No lograron conmover a los verdugos, las horas que Michael y Robert, aún pequeños y desconsolados, permanecieron frente a las rejas de la Casa Blanca portando en sus pequeñas manos una carta en la que pedían al Presidente la conmutación de la pena de muerte contra sus padres.
Entrevistado por Estela Bravo en 1975 para la prensa cubana, Robert Meeropol -apellido del matrimonio que después adoptó a aquellos niños- declaraba que sus padres eran inocentes se esa mentira, que fue una conspiración de las clases dirigentes norteamericanas. “Parte del mito anticomunista en este país se desarrolló muy gráficamente a través del caso de mis padres. Entonces se decía que ellos eran “comunistas disfrazados de opositores norteamericanos” y que “esos comunistas robaron el secreto de la bomba atómica y se lo entregaron a los rusos”.
La injusticia que llevó a la muerte a los Rosenberg fue recordada al cumplirse 65 años del terrible crimen en actividad organizada por el Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos (MOVPAZ), de conjunto con el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos.
El parque que guarda su memoria ubicado en Zapata y Paseo del Vedado capitalino, reunió a un grupo de amigos cubanos y norteamericanos para perpetuar la historia de tan nefasto hecho. Junto a Silvio Platero, presidente del MOVPAZ, estuvo la realizadora Estela Bravo.
El 19 de junio de 1953, los Rosenbrg fueron llevados a la silla eléctrica por la administración estadounidense de Eisenhower, bajo el pretexto de “amenaza comunista” contra la sociedad del país norteño.
El Dr. José Altshuler, fundador del MOVPAZ y miembro de su secretariado, afirmó que el asesinato de Ethel y Julius Rosenberg conmovió la conciencia de las masas y de muchos gobiernos. “Ese matrimonio era inocente de los cargos de espionaje que le impusieron, y los personeros del imperialismo yanqui no pudieron probarle la causa por la que los acusaban”, dijo.
A pesar de la ausencia de pruebas contra el matrimonio, la imputación fue bien manipulada para que resultara creíble. La pena de muerte decretada por los tribunales norteamericanos levantó una ola de protesta.
Miles de personas de buena voluntad en Estados Unidos rechazaron la medida. Igualmente sucedió con hombres y mujeres en otras latitudes que se manifestaron frente a las embajadas yanquis. Figuras mundiales como el papa Pío XII, Pablo Picasso y Albert Einstein demandaron clemencia. Miles de cartas y telegramas llegaron a las máximas autoridades gubernamentales de Washington.
En Estados Unidos aquella fue una etapa de políticas de extrema derecha llamada macartismo, también de expansión económica; así como de recrudecimiento de la guerra fría a lo externo, de persecuciones contra al movimiento comunista y progresista internacional.
Estudiosos señalan que actualmente los aires del macartismo soplan renovados. Solo que ahora la torpe política presidencial puede que a la larga los lleve en sentido contrario. Pero no es menos cierto, la crueldad del mandatario Donald Trump no se diferencia, solo hay que mencionar la inhumana política migratoria de “tolerancia cero”, que separa a los menores de sus padres al pisar el mismo suelo que robaron a los mexicanos; algún día tendrán que devolverlo.
Son familias que desde Centroamérica, a través de México, cruzan a Estados Unidos buscando asilo, la inmensa mayoría piensa mejorar sus condiciones de vida y seguridad. Los adultos son llevados a centros de detención, los niños encerrados en lugares como un ex supermercado de la cadena Walmart, en Texas. Es la política del Gobierno estadounidense, el mismo que ha pedido retirarse del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
En la emotiva actividad de recordación en La Habana, el artista Ernesto Tejada interpretó un hermoso poema musicalizado por Pablo Milanés titulado Si morimos, que dedicara Ethel a sus hijos.