Líneas sanitarias del interior de las viviendas obstruidas por el excremento de los puercos, criados cerca de estas en contra de lo establecido, es el mal de donde parte el salidero de aguas albañales en la calle 12 del reparto Cepero Bonilla, en el Cerro, hecho denunciado en la foto crítica publicada el lunes 14 de mayo en esta sección.
Para hacer más compleja esa situación se añade la construcción de ampliaciones de inmuebles encima de dichas redes, según exponen administrativos de la empresa Aguas de La Habana en su carta de respuesta.
Refiere que la funcionaria territorial de la entidad visitó el lugar al día siguiente junto a Bárbaro Hondare Hernández, delegado de la circunscripción 23, y comprobaron la realidad presentada en los edificios del Bloque-C7.
Concluye que la solución definitiva corresponde a la Empresa Constructora de Administración Local, con la cual manifiestan pueden colaborar si se les solicita.
Evidentemente, el primer paso resulta la sustitución de esas líneas hidrosanitarias y otras labores que competen a una unidad constructora, que no estará sola en la tarea si decide pedir la asistencia de Aguas de La Habana.
Hasta aquí la responsabilidad estatal. Pero, ¿qué ocurre con quienes violan una y otra vez las regulaciones y contribuyen a crear un ambiente insano propenso a la proliferación de enfermedades?
También en este caso, estimamos, debe alzarse la queja de la comunidad, porque los irresponsables no pueden seguir campeando por su respeto.