Por: Ángel Larramendi Mecías
La ciudad de Manzanillo, rica en tradición literaria, organiza desde el año 1972, fecha en que son trasladados a esta ciudad los restos del poeta Manuel Navarro Luna, una jornada literaria en la que se rinde merecidísimo tributo al Poeta de la Revolución.
De Manuel Navarro Luna dijo Nicolás Guillén, nuestro Poeta Nacional: “aunque los años pasen y se amontonen en siglos, esta voz resonará impetuosa. Marcará uno de los momentos más profundos de la lírica cubana y también más altos. Que en esa correlación entre lo que es abismo y cúspide está la poesía de quien no solo fue um gran artista, sino un gran hombre”.
Nacido en Jovellanos, Matanzas, el 29 de agosto de 1894, Navarro Luna llega a Manzanillo tras la muerte de su padre, y en esta ciudad pasó su niñez y casi toda su vida.
Sus primeros versos aparecen en las revistas manzanilleras Penachos y Orto; y formó parte del Grupo Literario de Manzanillo.
Comprometido con las luchas sociales asiste, en 1949, al Congreso Continental por La Paz, celebrado en México, y en 1962 integra la delegación cubana al Congreso Mundial por el Desarme y la Paz, en la Unión Soviética.
Considerado uno de los poetas civiles más importantes del siglo XX dio a conocer en 1928 su poemario Surco, el ejemplo más potente de nuestro vanguardismo. Pero antes, en 1919, la editorial manzanillera El Arte ofrecía a los lectores su primer poemario Ritmos dolientes. A este título seguirían otros, entre los que destacan: Corazón adentro, Siluetas aldeanas, Refugio, Cartas de la Ciénaga, Pulso y onda, Poemas mambises, La tierra herida, Odas mambisas y Así es.
Navarro Luna muere en La Habana el 15 de junio de 1966 y sus restos se trasladan a la ciudad que lo acogió como hijo en 1972. En esa ocasión el poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar expresó:
“Todo Manuel Navarro Luna quedará fundido a la historia combatiente y gloriosa de nuestra Revolución. Los poetas como él son poetas padres. Y en estos días en que sus restos vinieron a reposar para siempre en su tierra, nos reunimos para ratificarle que sus hermanos y sus amigos le agradecen la pelea y la voz, y le aseguran que sobre el surco de fuego fructificará sin tregua su simiente”.
Este año la XLVI edición está dedicada a los 25 años del CPCL Manuel Navarro Luna y los 15 años de la Editorial Orto; y tiene como motivación especial los 150 años del inicio de las luchas por nuestra independencia en Demajagua, el 10 de octubre de 1868. También se rendirá homenaje al mecenas de la cultura manzanillera Juan Francisco Sariol, en los aniversarios 130 y 50 de su natalicio y muerte, respectivamente.
Desde 1972 hasta la fecha, la ciudad de Manzanillo ha acogido a autores de la talla de Roberto Fernández Retamar, Cintio Vitier, César López, Manuel Díaz Martínez, Rafael Alcides, David Cherician, Excilia Saldaña, Jesús Orta Ruiz, Virgilio López Lemus, David Bussi, Francisco López Sacha, Alex Pausides y Arturo Arango, Pedro Llanes, Ian Rodríguez, Sigfredo Ariel, Luis Carlos Suárez Edel Morales y Jesús David Curbelo, entre otros; quienes han acudido a la cita a presentar sus últimos títulos publicados y a realizar lecturas de su obra en centros estudiantiles y de trabajo y en distintas comunidades de la ciudad.
Como cada año la jornada se desarrollará entre los días 12 y 15 de junio y en su programa se incluyen presentaciones y ventas de libros, lecturas de poesía, conferencias, paneles, conversatorios, encuentros de escritores con estudiantes, trabajadores y comunitarios; y la visita obligada al Altar sagrado de la Patria: La Demajagua.
Entre sus invitados, se encuentran, en esta ocasión, Pedro Péglez González, Norge Céspedes, Carlos Esquivel, Kiuder Yero, Yoandra Santana, Rigoberto Rodríguez Entenza, María Liliana Celorrio, Rodolfo Tamayo, Sinecio Verdecia, Oscar Cruz, Herbert Toranzo; y poetas de la provincia Granma. La jornada concluye con la peregrinación a la tumba del poeta y la premiación del concurso que se organiza en el marco del evento. Han presentado sus obras 17 escritores de varias províncias del país.
Los organizadores pretenden enaltecer la vida y la obra de quien es considerado el Poeta de la Revolución y llevar el verso y sus autores a la población toda de la ciudad del Golfo del Guacanayabo.
Del poeta diría Cintio Vitier: “Cuba entera está en sus poemas, vibrando poderosamente erguida, desde los guerreros sensitivos de nuestro siglo XIX hasta los fabulosos libertadores de hoy. Cuba está íntegra en su palabra y su gesto de gran poeta”.