Y, por encima del valor material, que lo tiene, el gesto solidario conmueve. Los infantes y sus familiares sienten aliviadas sus penas. Sonríen como atrapados por la magia del apoyo que los hace sentirse vivos, recordados.
Esas cargas emotivas encontraron espacio en el restaurante Las Caobas, del municipio tunero de Manatí, donde la Asociación de Innovadores y Racionalizadores (Anir) compartió con seis niños y niñas actualmente bajo tratamientos por problemas oncológicos, y les llevó un mensaje de aliento.
Artículos utilitarios, juguetes, golosinas…, la inmensa mayoría surgidos del ingenio del movimiento de mujeres creadoras, que con sus manos fundan sonrisas, y “los hombres no se han quedado atrás”, asegura optimista Iris Maité Lorenzo Silva, presidenta de la Anir en Las Tunas.
Iris confirma que esta es la décima edición del proyecto Manos por una sonrisa, el cual ha prendido con fuerza en todos los municipios con el tributo de los Comités de Innovadores y Racionalizadores (CIR), y que organiza tres eventos provinciales con motivo de los días Internacionales de la infancia (junio), de los niños (julio), y del innovador (octubre), que los lleva a hospitales pediátricos y casas de niños sin amparo familiar.
Explica que en esta oportunidad patrocinaron la celebración las empresas Almacenes Universales S.A. y de Ómnibus Nacionales, pero que las valijas donadas tienen la impronta, en las 57 entidades integradas a esta iniciativa, de muchas manos y corazones sensibilizados con el dolor ajeno.
“Esa es la Revolución”, fue la expresión con que Danelis Pons Castillo, madre del pequeño Marcos Manuel, sintetizó el gesto, mientras lágrimas de emoción recorrían su rostro, quien también agradece la ley que la ampara como madre trabajadora, y le respeta sus ingresos salariales mientras cuida del niño.
La animación cultural corrió a cargo del proyecto Los Aztecas del Balcón, que agrupa a niños de la ciudad capital, los que interpretan la música mexicana, de gran arraigo en estas tierras del oriente cubano. Asimismo les llegó en los ritmos de Dafne y Armando, alumnos de cuarto grado en la escuela primaria Grandes Alamedas, de Manatí.