Concluyó el 22 Festival Internacional de Poesía de La Habana (FIPH), y a la hora del recuento, por lo general se coincide en que hubo numerosos instantes de alta emotividad.
Uno de ellos, en la misma sesión inaugural que acogió la Sala Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), fue el otorgamiento del Premio Rafael Alberti, de la Sociedad de Beneficencia de Andalucía y sus Descendientes y el FIPH, al Doctor en Ciencias Filológicas Virgilio López Lemus (Fomento, Sancti Spíritus, 1946), no solo por ser un nombre de obligada referencia en las letras cubanas contemporáneas a causa de sus desempeños como poeta, crítico, traductor, profesor y acucioso investigador literario, de bibliografía sumamente amplia y conocida, tanto en ensayos de gran utilidad como en poesía, con aportes significativos en relación con la poesía en estrofas de diez versos y su defensa, como identidad ella misma de nuestra nación.
A todo esto, a su conocimiento amplio de la literatura hispanoamericana, y dentro de ella de la obra del emblemático aeda español que da nombre al galardón, a todo esto que es suficiente merecimiento, se suma en la esfera de las emociones el hecho de que se trata de un creador que asume su labor sencillamente como un servicio al que consagra su existencia, sin ínfulas de tipo alguno, con una humildad a toda prueba. Y eso, al menos para quien escribe estas líneas, es también virtud en que se reconoce a un poeta que vive como tal.
La simpatía que genera Virgilio, sin proponérselo, entre quienes lo rodean, es proverbial. En el 2008, cuando se le dedicó la Jornada Cucalambeana, se le calificó como “un académico sabio y divertido”. La alegría con que fue recibido ahora el anuncio del lauro, quedó testimoniada en este video que podemos agradecer al poeta Nevalis Quintana Fernández: