Enrique Milanés León, especial para Trabajadores
Desde el 19 de mayo del 2003, cuando surgió la Misión Agroalimentaria, hasta la fecha, 4 mil 910 colaboradores cubanos han ofrecido asistencia técnica y han contribuido a la formación de alrededor de mil 800 profesionales venezolanos en capacitaciones efectuadas en La Habana y Caracas, pero en la Venezuela profunda un cuarto de millón de productores comunitarios también ha recibido asesoría de los “guajiros” de campo y ciudad de la isla hermana.
Ello se repasó aquí en el acto por los 15 años de esta misión, presidido por Roberto López Hernández, viceministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera; Julio César García Rodríguez, jefe de la Oficina de Atención a las Misiones cubanas en este país; e Isbelia Malave, directora general de la Fundación de Capacitación e Innovación para Apoyar la Revolución Agraria de Venezuela.
Un productor venezolano y un colaborador cubano expresaron sus pareceres: Jesús Méndez dio gracias a los cooperantes por dejar huella en cada centímetro llevado a cosecha en su tierra, mientras Eduardo Lucas Vieito se dijo orgulloso de ser vaquero y llanero, de compartir las dificultades y soluciones, las tecnologías y mañas, “la broma y la vaina” y las montañas que hermanan.
En tal panorama se han conseguido los éxitos enumerados por Ángel Recio Aldabó, el jefe de la Misión Agroalimentaria. Durante tres lustros se ha ejecutado un total de 176 proyectos de cooperación bilateral y se han conformado seis empresas mixtas. ¿Las áreas principales?: hortalizas y leguminosas, tubérculos, café y cacao, frutales, arroz, porcina, semilla, riego, suelo, agricultura urbana, producción lechera, sanidad agrícola y alimento animal, entre otras.
El líder de la Revolución cubana Fidel Castro Ruz creó en julio del 2006 la Misión Especial Campo Adentro para asegurar la asistencia técnica a pequeños y medianos productores venezolanos. Del Fidel del surco habló, al cierre del acto, Julio César García Rodríguez, quien contó cómo el líder cubano compartía buenas semillas como se comparte un tesoro. Con ese amor de Comandante, dos pueblos cuidan, en surco fértil, el árbol frondoso de la solidaridad.