Santiago de Cuba ─la legendaria Santiago─ nos abrió la puerta por un sitio muy sagrado: el Cementerio de Santa Ifigenia. Después de un largo viaje, bajo la lluvia durante parte considerable del trayecto, un grupo de periodistas y otros integrantes del colectivo de Trabajadores llegamos hasta la Ciudad Heroica para encontrarnos directamente con la historia y también con el presente.
Resulta sobrecogedor el camposanto. Tantas personas ilustres descansan allí, tantos combatientes revolucionarios forman en el lugar otro destacamento de refuerzo, como le llamara el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz al que integran quienes llegaron un día a Santa Clara, específicamente al Mausoleo erigido en honor a ellos, desde tierra boliviana, con el Che al frente.
Allí están José Martí, Carlos Manuel de Céspedes, Mariana Grajales…, y Fidel, en un monolito símbolo de la fortaleza del ideal revolucionario y de fe permanente en la victoria.
Ante ellos patentizamos nuestra convicción de seguir siempre firmes, fieles y seguros desde nuestra modesta labor de periodistas revolucionarios. Fue un honor inolvidable haber podido rendirles homenaje.
Pero Santiago es igualmente mucho más: es el Cuartel Moncada convertido en escuela; el Museo que atesora los actos de valentía y la historia de lo sucedido durante el asalto y después de este, el 26 de Julio de 1953; es la Granjita Siboney, las calles y las casas donde se fraguó la lucha y se combatió heroicamente…
Es también el bellísimo parque Céspedes, la calle Enramada, su Plaza de la Revolución, su Teatro Heredia, su preciosa bahía…, y además, su Casa de la Trova, su Festival del Caribe, sus centros gastronómicos creados con gusto y que cuentan con excelentes ofertas y atención; es su gente, siempre sencilla, humilde, hospitalaria. “¡Santiago es Santiago!”, como muy bien expresó el General de Ejército Raúl Castro Ruz.
Visitamos muchos lugares. En todos sentimos el inmenso cariño y el respeto de quienes nos atendieron, cuando el honor, ciertamente, les corresponde a ellos, por lo que hacen y por lo que logran. Apreciamos y valoramos de manera muy agradecida la organización y preocupación permanente de los integrantes de la dirección provincial de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), encabezada por María de los Ángeles Cordero Tamayo, secretaria general.
Mención especial merece la estancia en el municipio II Frente, en el Mausoleo que preserva los restos de los héroes, mártires y combatientes, los de Vilma Espín Guillois, la eterna guerrillera, y los del bailarín español Antonio Gades, el contacto directo con los directivos, técnicos y trabajadores del Combinado Lácteo que funciona allí, con los constructores que levantan un reparto de casas como parte del amplísimo programa de edificación de viviendas que afronta esa provincia y con los dirigentes del Partido, el Poder Popular, la CTC y los sindicatos en esa localidad.
El último día nos reservó una ocasión especial: el encuentro fraternal y amistoso con Lázaro Expósito Canto y Beatriz Jhonson Urrutia, máximas autoridades del Partido y el gobierno en ese territorio. Conocimos de primera mano por qué Santiago brilla, por qué presenta una realidad que supera la de otras provincias del país, por qué resulta ejemplo en el quehacer económico y también social, por qué su gente está feliz y motivada, por qué las calles están tan limpias y las edificaciones pintadas, por qué los parques muestran belleza y tranquilidad, por qué los mercados puntos de venta de productos agropecuarios están bien abastecidos…
Pudimos apreciar, en poco tiempo, por qué los pobladores de esa provincia admiran a sus dirigentes y especialmente a Lázaro, “un santiaguero más, aunque nací en Villa Clara”, y supimos qué significa Trabajar duro, que más que una consigna es una filosofía laboral, revolucionaria, un sistema para avanzar, afrontar dificultades y vencerlas.
En Santiago ─lo aseguro─ todo lo que uno encuentra es gentileza, desde la mano extendida y el saludo cordial de Lázaro y Beatriz en la escalinata que da acceso a la sede de la Asamblea Provincial del Poder Popular, hasta las atenciones de quienes trabajan en el lugar donde nos hospedamos. Referencia especial para Miguel (lamento no haber preguntado sus apellidos), quien además de conducirnos seguros en el ómnibus Yutong que nos movió por Santiago, fue un excelente anfitrión, guía turístico eventual y permanente colaborador para todo lo que necesitáramos.
Me queda mucho por decir, pero quizás otros colegas también aporten sus impresiones de un viaje y una estancia inolvidables.
Amor con amor se paga. Por eso los que fuimos amamos ahora más a Santiago y a los santiagueros y sentimos un profundo agradecimiento por todos lo que hicieron posible y hasta lo imposible por regalarnos una instructiva y feliz estancia en la Cuna de la Revolución.
¡Santiago es Santiago! ¡Y seguirá siendo, por siempre, Santiago!
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