La adversidad es un termómetro para medir dos valores: gratitud y hermandad, de lo cual una vez más tenemos pruebas, a partir de los preparativos que realiza Venezuela para contribuir con los afectados en Cuba por las inundaciones e intensas lluvias de la tormenta subtropical Alberto.
Agradecer este noble gesto es la primera idea que me viene a la mente cuando leo la pequeña nota al respecto en el entorno digital, la cual nos alerta que otro fruto está por gestarse a instancias del presidente Nicolás Maduro Moros, quien instruyó al vicepresidente Ejecutivo, Tareck El Aissami, para acometer los preparativos.
No puedo menos que emocionarme porque tengo dos preceptos inculcados por dos personas muy queridas, mi abuela y Fidel Castro Ruz. Ella me decía: hay que ser agradecido. Él preconizaba y practicaba: debemos compartir lo que tenemos, no lo que nos sobra.
El Presidente Maduro ha continuado una obra iniciada por el inolvidable comandante Hugo Chávez. Sobre todo en las provincias orientales está muy palpable ese ejemplo de cooperación, en momentos en que para muchos el cielo no solo se les unió con la tierra, sino que no tuvieron conque dejar de ver el firmamento porque los efectos de un ciclón les tumbaron el techo o la casa, y también una importante vía de comunicación, como el puente sobre el río Toa, que levantan hermanos venezolanos con recursos traídos desde su patria.
Así fue tras el implacable azote de los huracanes Irma y Matthew. Así será ahora para quienes habitan en el centro de la Mayor de las Antillas. En el primer caso, el mandatario venezolano declaró que con la fraternidad entre los pueblos se construyen el presente y el futuro. Ahora ratifica que la solidaridad “está activa y viva”.
Material Relacionado
