En una carta escrita en 1902, con motivo de conmemorarse el séptimo aniversario de la muerte de José Martí, el generalísimo Máximo Gómez expresó:
“Martí fue cariñosamente admirado en la tribuna, desde donde flageló a la tiranía y se hizo amar del pueblo, cuyos derechos defendía con tesón incansable.
“Supo buscar en el libro y el periódico los mejores y más cariñosos factores, poniéndolos al lado del obrero cubano en el taller del trabajo, para que se instruyera, principalmente, en el amor a las cosas de la patria, y se sintiera después bien hallado con la nueva sociedad que debía venir.
“Pero llegó un momento para Cuba en el que Martí debía completarse y se completó, y he aquí desde donde yo lo he visto grande y hermoso y a donde muy pocos tuvieron la ocasión de contemplarlo, consumando el mayor de los sacrificios: franco, sencillo y resuelto sin que se pudiese esperar halagado el aplauso, porque en la guerra todo es duro y escueto.
“… yo vi a José Martí, ¡Ah que día aquel! erguido y hermoso en su caballo de batalla, en Boca de Dos Ríos”