Pequeño homenaje desde este sitio para quien es paradigma del buen humorismo y periodismo criollo, una persona que supo ser brillante y humilde a la vez
Perseguía los programas que escribía para la televisión, y hasta los subrayaba en las carteleras diarias que se publicaban, para que no pasaran sin verlos. Leía con avidez sus libros, a los que tuve acceso, porque se agotaban rápidamente. Pero lo que más me deleitaba eran sus crónicas en las ediciones dominicales del periódico Juventud Rebelde (JR).
Abría cada ejemplar por donde estaba lo escrito por Enrique Núñez Rodríguez, siempre acompañado de una pequeña foto suya en la parte superior izquierda del texto. Me hacían reír y a la vez reflexionar, porque constituyen joyas verdaderas del buen periodismo, del escribir con “sabrosura” criolla y sabiduría.
A mediados de los años 90 del pasado siglo, cuando el denominado Período Especial estaba en su apogeo, José Antonio Fulgueiras, excelente amigo de la juventud y de los inicios compartidos en el empeño de llegar a ser periodista algún día, me invitó al acto nacional por el Día de la Prensa Cubana que se efectuaría en Santa Clara. Yo había ocupado hasta hacía muy poco la presidencia de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) en la provincia de Cienfuegos, responsabilidad que él asumía en Villa Clara.
En horas de la tarde realizaron la actividad central de celebración frente a la biblioteca José Martí, en unas de las calles que rodea el parque Leoncio Vidal, de la capital villaclareña, y la noche nos reservó un espacio recreativo, con show musical incluido, en el cabaret del motel Los Caneyes, para “festejar y desconectar”.
Al entrar me encontré con viejos conocidos de cuando hacía “pininos” periodísticos en la redacción del diario Vanguardia, entre ellos con Pedro Méndez Suárez, por entonces director del semanario humorístico Melaíto, quien con mucha alegría me invitó a compartir su mesa. Pasados unos minutos alguien me saluda con amabilidad y estrecho su mano extendida. Era Enrique Núñez Rodríguez. ¡Qué honor! Se sentó a mi lado y mientras esperábamos el comienzo del espectáculo artístico, entre trago y trago, conversamos mucho y de muchas cosas. Por supuesto que hablamos sobre sus crónicas dominicales; su Quemado de Güines querido y de Santa Clara; su querida y mi querida Santa Clara, pues en esa ciudad nací un día de octubre de 1958; sus libros, y claro, de su próxima crónica dominical.
Me hablaba como si nos hubiéramos conocido desde hacía tiempo. Estoy seguro que, si acaso, solo tendría alguna leve referencia mía, quizás por la firma de los materiales que por entonces publicaba en el periódico Granma como corresponsal en el territorio cienfueguero. Me percaté enseguida de su sencillez, de que la vanidad nada tenía que ver con él.
Había estado ese día en Quemado. Le pregunté si escribiría de lo sucedido en esa jornada. Si mal no recuerdo le habían dado un homenaje en su pueblo natal. Evocó una leve sonrisa. Sus crónicas eran sobre todo de la vida, de su vida, de sus recuerdos, de personajes, de hechos…
Nos despedimos con el compromiso de encontrarnos otro día y seguir conversando, quizás en la casa del amigo común Pedro Méndez, o en el céntrico parque Leoncio Vidal. Pero no nos encontramos más personalmente.
¡Qué honor sentí por haber podido compartir unas horas con una genialidad del humorismo y el periodismo criollos! Esos instantes están entre mis más grandes recuerdos.
Y se preguntará usted por qué escribo estas líneas ahora. Pues se debe a que el pasado domingo Núñez hubiese cumplido 95 años de edad y quise, de manera muy humilde, rendirle este pequeño homenaje.
La ocasión trajo de nuevo ocho crónicas de él en un suplemento especial de JR. Ya las leí, pero lo invito a que también las disfrute. Lo repito: son verdaderas joyas.
Acerca del autor
Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.
El dia que conoci a Enrique Nuñez Rodriguez, supe que era un fgran ser humano, gran profesional y con una inteligencia y chispa increible, para mi ha sido un honor poder conocerlo y hablar muchas veces con él.
También tuve el honor de conocerlo en una expo de Martirena humorista del DDT en la UNEAC, me dio tanta alegría y así se lo expresé. Nadie me presentó con él, fui muy decidida y me recibió con su acostumbrada sonrisa lo acpmpañaba Tupac,su nieto, también fue uno de los mejores días de mi vida. Como libros atesoro su genial «A Sagua a Garsin» no me canso de leerlo y río como la primera vez que lo leí.
Saludos