¿Cuántas historias se habrá llevado Enrique Núñez Rodríguez el día que nos dejó? Era un cuentero por naturaleza, sin necesidad de inventar nada. Por dos razones, la primera: porque vivió mucho y vio mucho. La segunda: porque tenía la gracia para contarlo.
Periodista raigal, sabía el valor de una buena anécdota, y la sazonaba con ese gracejo tan cubano. El humor es una cosa bien seria. Y su obra (no solo en la prensa y en los libros, sino también en los dramatizados radiales y las obras de teatro que escribió) es un ejemplo de contundencia: decir lo que hay que decir, de la mejor manera.
Enrique Núñez Rodríguez fue un hombre de su tiempo, que no vaciló al asumir responsabilidades de dirección en el ámbito de la cultura, y no perdió ni un ápice de simpatía y naturalidad al hacerlo. Noventa y cinco años cumpliría este domingo. Los celebraría seguramente como le gustaba, rodeado de amigos, haciendo cuentos.
Este sábado será recordado en Quemado de Güines, su pueblo natal, un lugar que inmortalizó en sus crónicas. Pero allí lo recuerdan siempre: es el ídolo local.