En 1978, y como parte de una política para elevar el nivel cultural de la población cubana, se instituyó el Sistema Nacional de Casas de Cultura, proyecto que se convirtió, con el transcurrir de los años, en la cantera idónea para descubrir talentos artísticos.
A lo largo de cuatro décadas esta iniciativa ha llevado a cabo una encomiable labor educativa en los más disímiles espacios y dirigida hacia diversos públicos. Sin embargo, en el contexto actual precisa nuevas miradas en cuanto a su alcance, calidad y promoción de las actividades, asunto en el que profundizó la vicepresidenta del Consejo Nacional de Casas de Cultura, Margarita Mejuto Fornos, en el balance de trabajo correspondiente al pasado año, de la Comisión Permanente de Cultura Comunitaria, Patrimonio y Tradiciones de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), que tuvo lugar recientemente en la sala Villena.
Los tiempos han cambiado, ya no son aquellos años en que predominaban los cines de barrios o habían pocas opciones recreativas. Ahora, cuando Internet y las redes sociales constituyen uno de los principales atractivos, sobre todo en los jóvenes, es necesario otras maneras de concebir y realizar actividades en las localidades. Se requiere una mejor capacitación de los creadores, directivos y especialistas a cargo de estas tareas, realidad que se acentúa con el tiempo.
“Si de verdad queremos que sea una institución de servicios públicos, no solo es importante que esté el gran intelectual, sino el gestor de la cultura para lograr una corresponsabilidad de los individuos con la entidad. En muchas ocasiones hay en el hacer muy poco pensamiento”, puntualizó Mejuto Fornos en su intervención.
El mayor desafío de estas instituciones radica en establecer estrategias capaces de llegar a diversos sectores sociales, dígase las amas de casa, personas de la tercera edad, niños y adolescentes; de lo contrario su verdadero propósito se perdería.
Asimismo Victoria Velázquez López, jefa del Departamento de Educación Artística del Ministerio de Educación, dio a conocer el Tercer Perfeccionamiento de la Educación Artística en los distintos niveles de enseñanza, el cual tiene como objetivos flexibilizar y contextualizar los estilos de dirección; además de otorgarle mayor protagonismo a los alumnos, al ser ellos los más indicados para valorar la calidad de las clases; y fortalecer los programas de estudios de Cívica, Inglés y Computación, entre otras acciones.
Si bien esta práctica con cuatro décadas de existencia exige una renovación en sus metodologías, vale destacar el empeño de los trabajadores del sector, y en especial el de la comisión de la Uneac, quienes a pesar de las dificultades y poco reconocimiento social no han renunciado a una ocupación que engrandece al hombre de principio a fin. El Apóstol marcó el camino cuando expresó: “El arte es una idealización de la realidad, una forma de vivir en armonía, (…) es huir de lo mezquino. (…)”.