Por Yoel Almaguer de Armas
El hombre negro, el haitiano de ocho hermanos quería ser médico y no podía porque en su país le costaba mucho dinero y ni sus padres tenían para ayudarlo. “A la universidad de Haití sólo llegaban los de dinero”, dijo emocionado Patrick Dely, quien ahora es el director nacional de Higiene y Epidemiología en ese país, y además, profesor de aquella universidad haitiana.
Agradece ese hombre a Fidel por la idea de crear en Cuba una Escuela Latinoamericana de Medicina, ELAM, que hiciera cumplir el sueño de muchos pobres de la región, con ganas de ponerse batas blancas.
Él es uno de los tantos estudiantes que asisten al Tercer Encuentro de Egresados de esa Escuela, formadora de especialistas responsables con su labor, éticos y defensores de los más necesitados.
En el acto de apertura, sucedido este viernes en el teatro de esa institución, muchos agradecidos recordaron el trabajo del líder histórico de la Revolución cubana por el aprendizaje de los estudiantes, con la sabia de que un mundo mejor es posible.
Los presentes, en nombre de todos los que cursaron estudios en esa escuela, manifestaron que seguirán eternamente agradecidos a Cuba, que los acogió como si fueran sus hijos; y que gracias a lo aprendido en este país, ellos reconocen que un médico que no toque a su paciente, no es un médico.
Otros afirmaron que el graduado en Cuba puede trabajar en cualquier parte del mundo, y que esta nación ha dado más de lo que ha tenido.
Alfredo González Lorenzo, viceministro cubano de Salud, manifestó que los primeros estudiantes que tuvo la ELAM fueron 308 nicaragüenses, y que ya se han formado 28 mil 579 médicos de 105 países.
Añadió que la misión de la Escuela sigue siendo la de sus primeros años: “Satisfacer las demandas creciente de médicos en la atención primaria de salud”.
Al terminar el acto, hubo quienes lloraron por el reencuentro, quienes se abrazaron fuertes, y quienes se hicieron fotos y preguntaron por otros amigos que no pudieron estar hoy.
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