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«Un árbitro no puede perder su autoridad”

Ilustración: Yoan Manuel Figueredo

Fabio M. Quintero Pérez, estudiante de Periodismo

El Sandino estaba abarrotado. Rey Vicente Anglada y Víctor Mesa en cada dogout: tensión a raudales. Para colmo, bases llenas. Serguei Pérez en el cajón de bateo. De pronto, un lanzamiento pegado. ¿Pelotazo?  De eso nada, el árbitro principal cantó que el hombre en turno metió el codo. El manager azul sale a toda velocidad a “comerse” al ampaya, quien a su vez, sin dejarse impresionar, lo expulsó rápidamente.

Jorge Luis Pérez Herrera, el árbitro de home de ese polémico partido, lo recuerda como el más complicado en sus 20 series nacionales. “Me obligó a esforzarme mucho”. Sin embargo, su temple y autoridad dentro del terreno lo llevaron a sacar adelante un choque “que no se acababa nunca”.

Natural de Catalina de Güines, este hombre de mediana estatura, mirada seria y voz entrecortada, debe sus inicios en el mundo del arbitraje a su suegro Raúl Hernández y a Alfredo Paz, dos de los grandes jueces del béisbol en los años 70 y 80 del siglo pasado en Cuba.

“El primer juego en que trabajé fue en un campeonato politécnico en Cienfuegos. Después en provinciales, escolares y las primeras cinco ligas de desarrollo, hasta que comencé como suplente en las series nacionales en1996 con Juan Rodríguez. Los dos años posteriores laboré, como sustituto también, junto a César Valdés y Nelson Díaz, pero en 1998 me establezco en la cuarteta de Raúl, mi profesor”.

¿Fue difícil la transición de la liga de desarrollo a la nacional?

“Sí, porque había mucha calidad y buenos ampayas. Existía una lista de suplentes y cuando te daban un chance tenías que hacerlo bien sino terminabas. No pasaban la mano, ponían a otro por ti”.

“Papito” para sus familiares, evoca cómo fue su recorrido hasta consolidarse como uno de los mejores árbitros del país: “Yo empiezo de cuarto hombre buen tiempo, luego tercero y alrededor del 2004 ya soy segundo. Me demoré atrás de Nelson y Omar Lucero aunque me sentía bien, pues en esa posición fui a un preolímpico en Asia, incluso al Clásico Mundial del 2009, año en el que comencé de jefe de grupo”.

Al hablar del Clásico le cambia la voz…

“Imagínate, el evento más grande de mi vida. Nunca imaginé que me seleccionaran dentro de tantos árbitros de prestigio. En el torneo tenía mucha presión debido a la magnitud. Participé en el grupo de Asia (Japón y Corea). Los que eran de las Grandes Ligas me dijeron que la única diferencia entre ellos y nosotros era el tema del salario”.

¿Qué fue lo más impresionante?

“El método de trabajo de ellos. Nos reunimos un día entero para analizar los seis juegos de pelota del torneo. No se fue un detalle. Todo estaba bien organizado para que no se dieran situaciones en los partidos. Esos ejemplos deberíamos aplicarnos aquí”.

Pero el clásico no fue el único campeonato foráneo donde asistió Jorge Luis Pérez. “En el 2011 fui al campeonato mundial de Panamá, asistí en el 2014 al mundial sub 15 de México. También, fui al Premier 12 en el 2015 e impartí justicia en el match de Cuba contra el Tampa Bay.

Sin embargo, no todo ha sido alegría para el juez güinero: “La bronca fuera del estadio con Antonio Scull pudo haberse evitado. El problema con Lázaro Vargas son cosas de la pelota. Después nos vimos y él se disculpó. Algunos directores me ofendieron y nunca respondí, pues me enseñaron que en el terreno no puedes replicar. Pero cuando redactes un informe sobre eso tiene que haber una medida disciplinaria por parte de la comisión y no la hay. Hablan de disciplina y después no se aplica la medida, se  pasa la mano. Los peloteros que agredieron a árbitros tenían que haber sido suspendido de por vida”.

¿Cuáles son las causas del aumento de las indisciplinas en nuestra pelota?

“El incumplimiento del reglamento. No puede haber uno para Jorge Luis y otro para ti. La ley debe ser pareja, nadie se puede ir por encima. Y eso pasa. Para algunos es muy exigente y para otros benévola. Los árbitros no sabemos cómo actuar, pues si botas a un pelotero eres malo y si no lo haces también.

“Instauraron una multa de 200 pesos totalmente anacrónica para los peloteros. El año pasado se demostró que la mayoría no la pagó. En otras ligas hay sanciones de hasta ocho juegos. Aquí se comete una indisciplina y pueden demorar una semana la sanción que debió ser automática”.

La zona de strike ha sido uno de los temas recurrentes de los últimos años…

“Es siempre polémica. La parte técnica es la que hace cumplir la zona: el jefe de reglas y el comisario técnico. Necesitamos tener un patrón para que todos canten igual. Es muy difícil debido a que es interpretación de cada cual. Se deformó porque no hubo exigencia, había árbitros con zona estrecha y no gustaba, preferían a los que cantaran más strikes. Era una especie de teoría predominante, pero en el evento internacional los peloteros chocaban. En los últimos años ha mejorado y considero que a quienes trabajan mal hay que llamarles la atención”.

¿Cómo valora la inserción del replay en las series nacionales?

“Tenemos que prepararnos mejor pues la cámara lenta nos descubre. Aunque no estoy de acuerdo que lo hagan los mismos árbitros de la serie, sino un grupo de prestigio, que les paguen y estén fijos, para especializarse en esa función”.

¿Qué se necesita para ser árbitro de béisbol?

“Tener valor, ser honesto y contar con prestigio en la sociedad. Es una figura pública y no puede ser cualquiera. Los árbitros cubanos se formaron con la escuela vieja, es decir, la empírica, porque no teníamos academia. En el 2017 hubo un seminario en el estadio Latinoamericano y una psicóloga habló de cómo nos debíamos preparar y dio instrucciones que si las hubiésemos tenido cuando comenzamos seríamos mejores. La suerte fue la existencia de unos cuantos árbitros reconocidos como Hernández y Alfredo Paz”.

¿Qué no puede permitir un ampaya en un juego?

“Gestos agresivos, que le tiren un bate, un casco o que se detenga el juego innecesariamente. Tampoco debe visitar los bancos ni permitir protestas de conteo. En sentido general un árbitro no puede perder su autoridad, algo que no es exigido hoy. Cuando empecé el que tuviera alguna falta de esas que te mencioné se tenía que ir”.

¿Hay desconocimiento de las reglas del béisbol por parte de directores y peloteros? 

“Sí, por eso muchos mentores salen a protestar jugadas que no la admiten como el conteo de strikes y bolas. Además, se ha incrementado la demora de los juegos de pelota para provocar la ansiedad del bateador, sobre todo en los equipos capitalinos. Tengo un ejemplo, el box que canté con bases llenas en el juego Industriales-Matanzas, el cual causó revuelo, pues casi nunca se aplica como dicen las reglas, pero era lo correcto”.

¿Por qué no lo vimos en los últimos play off?

“En la reunión antes de empezar la postemporada me informaron que no iba a ser jefe de grupo y me pareció una falta de respeto. Al terminar ese encuentro comuniqué mi decisión de no seguir. La carrera de un hombre durante años no es un juego. Hay que hablar de frente, y conmigo no tienen el valor para hacerlo. Siento que me han ido desplazando poco a poco. Mi decisión es definitiva, ya terminé en la pelota”.

No obstante, este hombre imparcial inscrito en la historia de nuestro arbitraje, concluyó: “Si vuelvo a nacer sería ampaya de nuevo, es lo más bonito del mundo y lo ejercí con mucho placer”.

Y del complejo pleito en  Santa Clara solo queda el recuerdo: “Hoy Serguei es mi amigo, a pesar de mi posición. En sentido general siempre tuve buenas relaciones con todos los peloteros”.

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