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La danza es un arte esencialmente efímero, ámbito de la memoria, a no ser que quede registrada por el cine, el video, el audiovisual… en cualquiera de sus técnicas, estéticas y modalidades. Pero ese es ya otro arte.
El XXIII Festival Internacional de Danza en Paisajes Urbanos Habana Vieja, ciudad en movimiento, que concluyó este domingo, acogió en su programación las muestras del XIII Festival Internacional de Videodanza DVDanza Habana, una cita que exploró los múltiples caminos de una expresión eminentemente contemporánea, todavía con un gran potencial, espacio de confluencias entre creadores de disímiles intereses y procedencias.
En un videodanza encuentran cabida coreógrafos, bailarines, fotógrafos, realizadores y artistas de la plástica, gente que tiene en común esa fascinación por las nuevas tecnologías.
El espectro de posibilidades parece inmenso: los límites son los que plantea la producción… y se sabe que la inventiva y el talento muchas veces pueden trascender esquemas.
En esta edición de DVDanza Habana participaron materiales de varios países del continente. Pero llamó la atención la creciente presencia de Cuba.
Poco a poco se ha ido conformando un panorama de realizadores emergentes cuyas obras pudieron ser apreciadas en diferentes lugares de la ciudad antigua: el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, la sede de Danza Teatro Retazos, la Plaza Vieja, el Cinematógrafo Lumiere… y que se extendieron a la Fábrica de Arte Cubano.
Paralelamente con el Festival, sesionó el III Encuentro de la Red Iberoamericana de Videodanza, Rediv, a cuyas sesiones asistieron creadores y productores de Argentina, Colombia, Brasil, México y Cuba.
Fue la oportunidad para debatir sobre los desafíos de un arte que ya exhibe suficientes credenciales, pero que todavía tiene un mundo por descubrir.
