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Serie Especial de Béisbol: Del dicho al hecho

Foto: José Raúl Rodriguez Robleda
Foto: José Raúl Rodriguez Robleda

Siempre hemos dicho que lo importante en el béisbol es jugar y jugar. Desde las categorías pequeñas, juveniles, sub-23 y mayores. Y lo real es que vivimos, a nivel nacional, un ajetreo intenso con Serie Especial hacia Barranquilla, la quinta edición para menores de 23 años y la final sub-15, pero hay que ver más allá del calendario e interpretar números y desempeños, así como evaluar ideas bien concebidas desde el punto de vista técnico, pero no de espectáculo.

Los primeros diez juegos de los 40 previstos entre Occidentales, Centrales y Orientales comienzan a mostrar caras previsibles y otras inesperadas. No hay imán para la afición y es lógico, pues de antemano se dijo que el objetivo era solo la preparación hacia los Juegos Centroamericanos y del Caribe, lo cual limita el deseo de victoria y sentido de pertenencia de los parciales hacia un equipo.

El promedio de 2 mil 400 personas por partido —tomado de los partes oficiales, aunque en un encuentro en el estadio José Ramón Cepero solo entraron 250—  es raquítico para un deporte que, como ningún otro en Cuba, puede simultanear preparación y espectáculo, pero esto último se desdeñó desde el principio por parte de las autoridades al utilizar este sistema de competencia sin una pizca de emoción, pues no se lucha por nada colectivo, sino solo por un puesto individual. Y a nuestro pueblo le duele, pues hay estadios semivacíos, pero el torneo cuesta económicamente.

Sin embargo, todo lo anterior pudiera quedar atrás si en realidad el objetivo supremo se cumpliera y los 24 peloteros que llevemos a la cita colombiana de julio venidero salieran de esos 75 nombres. Por cierto, llama la atención que de los seis reemplazos y dos no incorporados todavía cuatro son industrialistas: Alexander Mallet, Alexander Rodríguez, Juan Carlos Torriente y Yorbert Sánchez. ¿Es que no le interesa a los capitalinos el evento como para tener solo enrolados a los jardineros Yoasán Guillén y Jorge Tartabull o hay algo detrás que desconocemos?

Al analizar sin vendas en los ojos una posible selección nacional, entre 18 y 19 hombres —sumando algunos contratados en ligas profesionales— parecen seguros, sobre todo porque a nadie se le ocurriría cambiar la columna central de un conjunto, tras una pirámide que comenzó en el Clásico Mundial del 2017, las Series del Caribes  del 2017 y 2018 y los topes preparatorios con Estados Unidos, Nicaragua y México.

En una rápida radiografía pudiéramos mencionar y coincidir en que hay nombres casi asegurados para vestir el uniforme de Cuba en Barranquilla, salvo que un inconveniente o lesión de última hora lo impida. Ellos pudieran ser Frank Camilo Morejón, Yosvani Alarcón, Guillermo Avilés, Carlos Benítez, Yordan Manduley Alexander Ayala, Yurisbel Gracial, Raúl González, Frederich Cepeda, Roel Santos, Yoelkis Céspedes, Lázaro Blanco, Yoanni Yera, Alaín Sánchez, Vladimir Baños, Raidel Martínez, Freddy Asiel Álvarez y José Ángel García.

¿Quiere decir entonces que la Serie Especial sirve apenas para buscar cinco o seis nombres que completen esa nómina o será lo suficientemente determinante como para armar una formación renovadora a partir de quienes más rindan o cumplan la integralidad que pide Carlos Martí?

Del dicho al hecho va un buen trecho. ¿Qué opina usted?

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