Yoel Almaguer de Armas
Estrés debe ser una de las palabras que más escuchamos a diario. Hay quien presenta situaciones de estrés por la música alta en las guaguas, por el dinero que no le alcanza para terminar el mes, por culpa de la pesa del mercado y del dependiente, o por el familiar enfermo que requiere 24 horas de atención. Es un vocablo que suena bien, que está de moda y que justifica cualquier amenaza contra la estabilidad personal.
Muchos hablan de estrés cuando están bravos, tristes, desbordados por el trabajo, o preocupados por algo. La literatura sobre este tema indica que es un concepto de amplio alcance, y que incluye, sobre todo, emociones negativas como la depresión, la ansiedad, la cólera, y otras que aparecen en la vida cotidiana y las relaciones interpersonales como los celos, la vergüenza, la envidia, la culpa.
Miguel Ángel Roca, Doctor en Ciencias Psicológicas y profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, manifiesta que también se alude a un estrés positivo, relacionado con acciones que desafían al individuo, que le exigen y provocan pero tienen una connotación favorable, que lo hace sentir orgulloso y satisfecho.
Para la mayoría, el estrés es el estímulo, o aquello que exige y demanda una atención. Pero, según el profesor eso no es estrés:
“Esos son los estresores, y en disímiles ocasiones ese estresor es el propio individuo, que se exige, se demanda, se pide, y que vive con un montón de ‘deberías’”.
Además, muchos identifican el estrés como causante del insomnio, la alteración de la presión arterial y el ritmo cardiovascular, la sudoración profusa, y otros padeceres que asume el organismo como defensa a las demandas del medio.
“Estrés es una relación, no es estímulo ni respuesta de la persona con su entorno, donde hay determinadas demandas y exigencias que son estresores. Sin embargo, a veces el problema no está en el estrés sino en la capacidad que tenga el individuo para evaluar su situación”.
Por eso, hay quienes tienen bastante exigencia y evalúan que realmente no es tan difícil la situación, y hay quienes tienen pocas exigencias pero sobredimensionan lo que les ocurre; y para el profesor de la Facultad de Psicología, estos últimos están en una circunstancia de mayor límite porque generalmente carecen de recursos para enfrentar las demandas.
Los recursos
El psicólogo Miguel Ángel Roca refiere que esos recursos pueden ser biológicos, porque un individuo fuerte y sano aguanta más las contingencias del medio.
Están los económicos, ya que la estabilidad financiera ofrece seguridad para enfrentar la vida cotidiana.
También son primordiales las redes de apoyo social, integradas por amigos y gente con las que se pueda contar para darles respuesta a determinados problemas.
«Asimismo, están los recursos psicológicos, que es la filosofía de vida o la concepción del mundo que tenga cada quien. Ciertamente, hay quienes son fatalistas, pesimistas, muy autoderrotistas, y se estresan con mucha facilidad.
Y hay recursos como son las habilidades para establecer relaciones interpersonales que abren numerosas puertas o para resolver contratiempos. En ese sentido, varias literaturas plantean que un individuo sano es el que le busca soluciones a los problemas, y el neurótico es el que le busca problemas a las soluciones.»
Cuándo se produce el estrés
«Cuando se agotan los recursos, cuando ya no tienes salud ni paciencia, cuando ya no es importante tu filosofía del mundo, cuando no tienes amigos ni buena situación económica, cuando las demandas se fueron por encima y la persona evalúa que la situación se le fue de control, y todo esto complica su bienestar.»
Comenta el profesor de la Facultad de Psicología que se habla de una fase de alarma, desde que el individuo se moviliza; una fase de confrontación en la que el individuo se enfrenta a circunstancias; y una final de agotamiento en la cual no tiene recursos.
«En la alarma y en la emergencia todavía se lucha. A veces en medio del estrés uno actúa de manera errada pero al menos lo hace y busca tener respuestas. Sin embargo, el tercer momento es el más vulnerable, y es cuando la persona piensa en el para qué voy a hacer nada… y hay quien se queda sin recursos y opta por el suicidio.»
Miguel Ángel Roca afirma que en esa fase es muy probable la aparición de aftas bucales, las dermatitis, el vitiligo, la alopecia, las hipertensiones, la pérdida del sueño, del apetito, y enfatiza que a largo plazo el estrés genera afectaciones crónicas de salud como son las úlceras, y que cada vez se habla más del trabajo de lo psicológico en los problemas de oncología.
Sobre cómo pudiéramos desestresarnos el profesor Miguel Ángel Roca comenta que cada persona busca su manera.
«La que yo convoco es tomar conciencia de que el individuo está en una situación de estrés, y debe hacer un análisis racional de lo que está pasando, saber a qué se enfrenta, qué le demanda la vida, qué recursos tiene y cuáles puede utilizar.»
Asimismo, hay quien toma medicamentos, hay quien hace yoga, ejercicios, hay quien prefiere no hablar del problema, hay quien escucha música, va a la playa o hace otra actividad.
¿El estrés se ubica en algún lugar del cuerpo?
«Aunque la siguiente conclusión es empírica, personal y metafórica, cuando uno está sometido a situaciones estresantes, al estrés le encanta ponerse en los hombros, y por eso es que el masaje alivia tanto.
Ciertamente, el estrés es parte inevitable de la vida cotidiana, y dicen que el peor de los estreses es no tener ningún estrés.»
El estrés laboral condiciona la calidad
El director de la fábrica quiere que sus trabajadores pasen cursos de superación pero la edad de ellos no les permite entender las tecnologías actuales.
Los trabajadores de la empresa de mantenimiento no cumplieron el plan de producción de este mes porque, según la jefa, las relaciones interpersonales afectaron la calidad productiva.
Esas situaciones generan estrés laboral, y se manifiesta en la pérdida del interés por las obligaciones que cada cual debe cumplir.
Los contextos estresantes pueden afectar a largo plazo la salud del ser humano. Por eso, en los centros debe primar la paz, la armonía, el buen ánimo, y no el recelo, ni la envidia, ni la división entre compañeros.
Las maneras para lograr la vinculación de unos con otros tienen que ser una de las obligaciones o tareas del mes. Hay que buscar zonas de confort, fomentar actividades fuera del horario laboral que faciliten el intercambio entre los trabajadores, porque muchas veces se cuestionan sin conocer cómo piensan y cómo son verdaderamente.
Hay que entender la capacidad de cada persona y sus potencialidades para evitar sobrecargarla; en otros casos será necesario variar los contenidos para motivar al hombre o a la mujer en su quehacer; y sobre todo, es importante lograr un equilibrio entre trabajo y familia para no abrumar ni tensionar la vida en esos espacios.
En estos tiempos es primordial la atención y la motivación hacia los trabajadores, porque solo así lograremos mejores obras sociales.