Haremos un trabajo grande por la Federación Rusa, aseguró Vladimir Putin luego del cierre de los colegios electorales que participaron en las presidenciales de este domingo. Resultados preliminares lo anunciaron como el gran triunfador, hecho que lo colocará a la cabeza del país más extenso del mundo hasta el 2024.
A pesar de la crisis económica que vive el gigante euroasiático desde el 2012, muchos de los partidarios de Putin, quien se presentó como candidato independiente, le reconocen haber devuelto al país la capacidad de influir en la política mundial, más ahora cuando se viven tiempos de cambios de fronteras y reinterpretaciones de las reglas que regulan la política y el derecho internacional.
“Los rusos se sienten positivos, decía un artículo reciente publicado en Rebelión. Las últimas encuestas indican que el 63 % de la población ve el futuro con optimismo, el porcentaje más alto de los seis últimos años. El número de los que se sienten optimistas sobre la economía ha pasado del 11 % al 31 % en solo un año”.
Pero el voto tendríamos que entenderlo también como un espaldarazo al camino emprendido por Putin en aras de recuperar el liderazgo militar que otrora tuvo la URSS.
Hace apenas unos días el líder de 65 años anunció ante el Parlamento de su país un nuevo tipo de armamento nuclear supersónico que por ahora poseen en exclusiva, lo cual sonó a disparo de arrancada a la era de la carrera armamentista, costosa apuesta que vivió el mundo en la segunda mitad del siglo XX.
“Rusia ha desarrollado y sigue perfeccionando dispositivos de superación de defensa antimisiles, modestos en su precio pero altamente eficaces, con los que equipamos todos nuestros sistemas de misiles balísticos intercontinentales. “Esta clase de armamento no la tiene nadie en el mundo”, precisó.
No obstante, recalcó que tal poderío militar no amenaza a nadie, pues existe únicamente para garantizar su soberanía, y solo sería empleado si su país o cualquiera de sus aliados son agredidos. Es de esperar ahora que se refuerce la reacción de los bloques agresores, como la Otan, y de Estados Unidos, su contrincante de siempre, con la diferencia de que el pueblo ruso ha hablado. Ya no se puede amenazar a un oso solitario.