Hace un poco de frío en el litoral matancero, pero dentro de la casa de Lisandra Guerra hay un calor único. La ciclista parece no haber vivido un período de maternidad hace menos de un año. Nos convida a sentarnos mientras lava pañales y le prepara el almuerzo a Thiago, quien desde el corral nos regala una sonrisa, idéntica a la de su madre cuando ganaba medallas centroamericanas, panamericanas y mundiales sobre una bicicleta.
Desde el 14 de abril del 2017 disfruta de “mi mejor regalo”, aunque ya no queda siquiera una huella en su peso corporal del embarazo, pues de los 82 kilogramos que llegó a pesar anda por 68 en estos primeros días de marzo. Con la naturalidad de siempre suelta la noticia exclusiva, la que veníamos buscando: “Sí, estoy montando de nuevo porque quiero ir a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla”.
Le advertimos que queda muy poco tiempo para la lid regional en tierra cafetalera, pero de nuevo nos sorprende con la seguridad que siempre tiene para rematar un sprint:
“Me incorporé hace muy poco con un plan que diseñó mi entrenador Florencio Pérez. La idea es llegar en óptima forma y competir en la velocidad individual y por equipos, pero solo iré si me siento bien, pues soy la campeona vigente, con cuatro oros en Veracruz 2014 y dos récords, y mi prestigio tengo que cuidarlo”.
La decisión es sabia y cuando pretende darnos otra primicia se suma a la conversación y a la ayuda con Thiago su esposo Luis Mario, otrora velero del equipo nacional. “Por supuesto, quiero ir también a los Juegos Panamericanos del 2019, pero paso a paso. La clasificación olímpica para Tokio 2020 es más difícil y hoy no pienso en eso, sobre todo porque en mi especialidad se están haciendo tiempos increíbles como se acaba de ver en el Mundial de Apeldoorn, concluido la semana pasada”.
La claridad de Lisandra en cuanto a su futuro deportivo es total. Quiere retornar con la misma ambición que le permitió subir a cinco podios mundiales (1-1-3), a más de una veintena continentales y a ser la reina de la velocidad en nuestra área —con fuerte oposición de colombianas, mexicanas y venezolanas—, aunque no se aferrará a su caballo de acero si las fuerzas y los resultados no se aproximan a la altura de una historia que la ubica entre las imprescindibles de este deporte en Cuba y América.
Un recuento necesario
Thiago da los primeros pasos y sus padres se divierten con cada una de sus travesuras. “Lo planificamos después de mi actuación en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Ser madre me ha permitido ser más sensible, amorosa y precavida; y quizás por todos los sacrificios que pasa un deportista no quisiera que él siguiera nuestros pasos, pero lo apoyaré en lo que decida ser”, comentó la yumurina, velocista desde los 10 años.
“Guardo muchos recuerdos en mi carrera: el primer oro mundial en la categoría juvenil (2005) y de mayores (2008), la participación en tres Juegos Olímpicos, ser campeona centroamericana y del Caribe en el 2006 y el 2014, pero los Juegos Panamericanos del 2011 son especiales por la caída que sufrí en el keirin y por el título en la velocidad, a pesar de la fatiga y la falta de oxígeno que tuve minutos antes del evento”, rememoró la multipremiada Lisandra.
Trato de volver a los inicios y al futuro, a esa niña y adolescente que se hizo licenciada en Cultura Física y tras el retiro añora trabajar con pequeños en la base, de la que nunca se ha apartado con consejos, visitas y hasta donaciones de materiales deportivos. “Siempre me propuse ser una buena atleta y una cubana digna. Viví meses de soledad y alejada de la familia, pero considero que cumplí esa idea. Ahora quiero seguir aportando un ciclo más y dedicarme a Thiago y a enseñar lo aprendido”.
La grabadora y el recorte del periódico serán testigos fieles de estas palabras para su hijo. Un velocípedo aguarda en la esquina de la sala por ¿un futuro campeón? Luis Mario recuerda un detalle muy importante para su compañera. Esta semana Lisandra debe viajar a La Habana para unas pruebas físicas en el Centro de Investigación del Deporte Cubano (CIDC). No hay duda, la nueva guerra de Lisandra está en marcha.