Esta semana en el estadio Latinoamericano muchos recordaban topes beisboleros que vivimos con gradas llenas en la década de los 80 del siglo pasado. Y salieron a relucir los enfrentamientos contra Estados Unidos (iniciados en 1987), frente al Hiroshima Toyo Carp de Japón y hasta no faltó el recuerdo por el juego contra Orioles de Baltimore en marzo de 1999.
Por supuesto, el que sostienen ahora los conjuntos Occidentales y Orientales ante los Diablos Rojos y los Guerreros de Oaxaca no tienen los mismos niveles de público y expectación que los mencionados, pero cumplen la misma función: aprender, probar jugadores y buscar el triunfo, aunque en esta ocasión se aceptaron los empates en el noveno inning, algo que todavía nos choca pues en Cuba no concebimos la pelota sin un ganador.
Luego del sexto desafío entre los dirigidos por Pablo Civil y Guerreros, lo más llamativo no recae precisamente en los dos abrazos (1-1 y 6-6) y un fracaso (8-0) de Orientales o los dos éxitos (3-0 y 5-1) y un revés (1-6) de los comandados por Víctor Figueroa, sino en las pocas posibilidades técnicas o ensayos de jugadas que hemos visto por parte de estas selecciones de casa, contrario a los visitantes, con continuos cambios en sus alineaciones y probándolo todo, hasta squeeze play.
El toque de bola con Yunieski Larduet en el séptimo inning y dos corredores en base (segundo juego Orientales-Diablos Rojos), la poca utilización del bateo y corrido, las ineficiencias defensivas por no anticiparse a las jugadas son apenas tres sombras en el juego de nuestros conjuntos, que pudieran corregirse en los seis partidos restantes de martes a jueves, tras el descanso previsto para este lunes.
Un intento por el trabajo monticular deseado: abridor- intermedio-cerrador es visible en los equipos anfitriones y ojalá sea para siempre, tal y como lo observamos en los aztecas, que dicho sea de paso, no son formaciones de gran ofensiva, pero tienen un pitcheo bien disciplinado, de excelente comando y muy bajito, propio del béisbol profesional.
Es cierto que los visitantes tienen un objetivo diferente al nuestro en estos enfrentamientos, pero este tipo de roce con jugadores profesionales (algunos han pasado por Grandes Ligas, triple y doble A) siempre es beneficio total para Cuba. Más rostros jóvenes nos hubieran gustado en nuestras escuadras, como también menos desespero de los bateadores en el cajón de bateo, sin embargo, el tope está cumpliendo un objetivo supremo: seguir respirando béisbol cuando más falta nos hace.