Muy temprano se vio obligado a dejar la escuela para ayudar al sustento familiar, primero como trabajador de la fonda Las Brisas, después viajó a Isla de Pinos (actual Isla de la Juventud) para ganarse la vida como minero, y de regreso a su terruño natal se empleó en la arenera de Quiebra Hacha. Luego trabajó como auxiliar en la tenería donde laboraba su padre, se hizo curtidor de pieles y operador de una de las nuevas máquinas que llegaron a la fábrica.
Se opuso enérgicamente al golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, se vinculó a la Ortodoxia y al grupo de jóvenes de Artemisa que posteriormente asaltarían el Moncada.
En las reuniones de la sede del Partido Ortodoxo, en Prado 109, conoció a Fidel y como integrante del Movimiento Revolucionario se enroló en las prácticas de arme y desarme, y de tiro. Aunque tenía muy adelantados los preparativos de su boda, no dudó en acudir al combate el 26 de julio de ese año, con la misión, junto con otros combatientes, de tomar el Palacio de Justicia. Cuando fue imposible continuar la resistencia cubrió la retirada de sus compañeros, y logró salvar la vida.
Después de un breve exilio en Costa Rica, viajó a México y se enroló en la expedición del Granma. Tras el desembarco y la sorpresa de Alegría de Pío, se dispersó junto con otros expedicionarios, y fue sorprendido y asesinado el 8 de diciembre.