Tres caras imprescindibles en cualquier análisis: protagonismo y calidad de los actores principales; complementos culturales y propios de una actividad de entretenimiento; y la economía conjugada con un público cada vez más exigente son tratados en tres opiniones con las que usted puede o no coincidir, pero sí opinar a través de nuestro correo. ¿Cuánto nos queda por hacer todavía? ¿El espectáculo deportivo es solo cuestión de música y fanfarria? ¿Por qué unos lo logran y otros no?
• Costos y aplausos: la cuenta sí da
• Dándole la mano al deporte va…
Costos y aplausos: la cuenta sí da
Joel García
Organizar un espectáculo deportivo con calidad dista mucho del efecto que describe la pluma de Forrest Gump —cae lentamente en la hoja del libro del protagonista al comenzar la famosa película estadounidense—, pues el costo económico, la promoción y los aplausos del público no salen del empuje de ningún viento, sino de una excelencia y eficiencia no siempre vista en nuestro país.
Durante varios años un presupuesto asignado a cada evento era suficiente para la realización de una justa, pues con ello se cubrían los gastos de alojamiento, transporte, alimentación, pago de árbitros o jueces y la confección de las medallas, entre otros detalles elementales. Incluso existió poco margen para pensar en generar ingresos a partir de la concepción de un certamen atlético.
Sin embargo, la realidad enseña con múltiples ejemplos que podemos tener todo el financiamiento previsto y consumar luego una competencia nacional o internacional mediocre, sin aliento, con apenas los padres de los deportistas y los compañeros de equipos en las gradas, y una frialdad distante de las verdaderas motivaciones que genera el deporte. Cualquier semejanza al cumplimiento de un plan fabril no sería pura coincidencia.
La dinámica económica de los eventos deportivos en el mundo también ha cambiado. Además del lógico costo inicial, muchos hoy aplican formas de autogestión no solo para cumplir con rigor lo previsto, sino asimismo para obtener ganancias a partir de alianzas estratégicas con empresas, entidades u otras instituciones.
Pongamos varios ejemplos posibles a aplicar. ¿Experimenta el Inder algún intercambio con Etecsa para crear zonas wifi en todas sus recintos? ¿No se pudieran intencionar producciones textiles: camisetas, judoguis, gorras, mochilas, pulóveres, etcétera, con el objetivo de comercializarlas en los eventos? ¿Por qué la gastronomía no tributa hasta un 5 % de su recaudación a la instalación deportiva donde oferta sus servicios si la razón de estar allí es para esa empresa un privilegio del mercado, no un favor?
A eso habría que añadir el concepto de patrocinio, reclamado por eventos tan emblemáticos y costosos como la Vuelta Ciclística a Cuba. Nada denigra que firmas o empresas nacionales puedan promocionarse a partir de contribuciones económicas que solventarían las invitaciones a sextetas foráneas, el equipamiento de fotofinish y los premios metálicos, por solo citar tres cosas imprescindibles y que no cargarían ningún presupuesto estatal.
Del precio de las entradas igualmentepudiera hablarse, pues no debe ser el mismo valor para la temporada regular de béisbol que los play off. La cuenta daría luego para arreglos de instalaciones y muchas otras más, sobre todo para contar con un mejor espectáculo.
¿Dónde está el show?
Por Jorge Luis Coll Untoria, estudiante de Periodismo
La recién finalizada Serie del Caribe de Béisbol demostró cuán atrayente puede ser un evento deportivo, sin embargo, cuesta ver en los campeonatos cubanos varios de los pilares que logran hacer de un torneo un espectáculo digno.
Las competencias nacionales últimamente no tienen la participación de los mejores atletas porque, en numerosas ocasiones, estos ya se encuentran contratados en ligas foráneas. Hay que reconocer que muchos de ellos sacrifican sus vacaciones o las acortan, pero se incorporan cansados y en baja forma deportiva, lo cual no favorece al jugador ni al certamen.
Por otra parte existen lides, en las diferentes disciplinas, a las que no asisten las primeras figuras pues, a veces, se acomodan a los títulos alcanzados en su trayectoria o sienten que son insustituibles en las selecciones principales.
Si a lo referido sumamos errores de organización, horarios “incómodos”, violaciones de reglamentos, falta de divulgación de la que son víctimas algunos eventos, así como la carencia de pantallas, pizarras eléctricas o juegos de luces, el resultado sería algo parecido a un pequeño desastre, y se realiza la competencia porque es necesario cumplir un plan y nada más.
El público debe sentirse motivado para ir a un estadio o salas polivalentes a pasar un buen rato; pero esto es inalcanzable si no consiguen ver al jugador que admiran o si el ambiente generado en las instalaciones es incapaz de contagiar. ¿Realmente no se puede hacer nada más para intentar dar colorido a recintos que, si bien no poseen las condiciones óptimas, podrían estar mejor?
Con solo unos retoques y el empleo de banderines y carteles, —sin contar el arreglo de la grama— el estadio Latinoamericano lució diferente cuando recibió a los Tampa Bay Rays en marzo del 2016.
¿Se imaginan una Liga Superior de Baloncesto en la que se desplegaran todos los recursos mostrados en la ventana mundialista a finales del año pasado, cuando Cuba recibió en el Coliseo de la Ciudad Deportiva a la selección mexicana; o un nacional de judo con el matiz y la calidad del Grand Prix, acogido también por la instalación de Vía Blanca y Boyeros hace alrededor de dos años?
Dicha situación se repite con deportes como el boxeo y el voleibol, y es ahí cuando la afición se pregunta: ¿Por qué no se hace igual en los campeonatos nacionales? Esta es una interrogante que muchos se hacen, pero que, al parecer, nadie se atreve a responder.
Dándole la mano al deporte va…
Roberto M. López de Vivigo
El deporte en la actualidad representa un fenómeno social, cultural y comunicacional (por su estrecha relación con los medios y en especial la televisión, gracias a las transmisiones en vivo). Cualquier evento deportivo para lograr la máxima calificación hoy necesita convertirse en espectáculo, es decir, trascender su propia actividad atlética.
Como sede, Cuba aún da los primeros pasos en pos de hacer una verdadera fiesta los torneos nacionales e internacionales. Ejemplos positivos son la Serie Nacional de Béisbol y la Serie Mundial de Boxeo, aunque aún podrían aportar más allá de luces y música. Lo primero para que el espectáculo deportivo resulte exitoso es la presencia del público en los recintos. Recordemos que sigue siendo mayoritaria la población que prefiere apreciar las competiciones en directo. Precisamente hacia los aficionados deben ir dirigidos los primeros esfuerzos de las instituciones.
Como en otras ocasiones pueden estar disponibles servicios como wifi gratis, ofertas gastronómicas y de transportación de calidad y a precios módicos, y gradas más cómodas. La experiencia debe ser inolvidable para quien se desplaza a la instalación a apoyar a su equipo o deportista. ¿Por qué no vender a los asistentes juegos de mesa, balones o simplemente indumentaria o suvenires referentes a los que salen al terreno? Así mismo es preciso aprovechar mejor la previa y entretiempos.
Nuestros artistas pueden poner a disposición sus repertorios, y pensemos no solo en músicos, sino también en humoristas, repentistas y las iniciativas de las propias peñas. Por otra parte, si bien no disponemos de publicaciones deportivas especializadas, con excepción de la quincenal Jit, podrían tirarse folletos o plegables del evento con estadísticas, programa general, historia y fotos. La transmisión televisiva en vivo es la otra cara fundamental para el éxito de cualquier torneo. Mejor infografía, más estadísticas y conferencias de prensa.
Bravo por los sorteos a través del móvil. Para superar el trabajo en la pequeña pantalla podemos apropiarnos de prácticas internacionales, pero cuidado, existen grandes cadenas foráneas muy nocivas. Solo una arista, el rol de las mujeres. Pensemos por ejemplo en el baloncesto, donde las cheerleaders (animadoras) van ligeras de ropa; o las llamadas ayudantes, quienes sujetan una sombrilla o cartel con el número del piloto en la Fórmula 1; o las féminas que recorren el cuadrilátero durante intermedios en el boxeo.
Buen dia, acabo de escuchar en Haciendo Radio la continuidad de esta interesante y medular «polémica» y he querido aportar a la misma mi opinión. Soy Cubana, vivo en México hace 12 años y viví en Francia 15. Soy gerente de une oficina de estudios de Mercado. Me gradue de Filosofía en la Universidad de la Habana. Expongo lo anterior para orientar un poco el contexto desde donde expongo mis criterios y les doy las gracias por esta oportunidad de poder hacerlo.
Creo que el asunto es medular. Por ello es importante definir para qué nos interesaría hacer del deporte un espectáculo, o hacer un espectáculo deportivo. Que no es lo mismo, ni igual.
Estamos buscando generar dinero para poder augestionar en parte al sistema deportivo cubano?
Estamos buscando tener más publico en nuestras instalaciones para…qué exactamente?
Es una acción de promoción o comercial, o ambas cosas?
Creo que esto es de lo que debemos de partir, para generar un concepto que sustente cualquier iniciativa o actividad que alrededor del deporte queramos potenciar.
Las iniciativas sin conceptos estratégicos que las sustentes, se desgastan y pueden incluso ser contraproducentes. Además, el deporte en sí mismo ya es un espectáculo, y Cuba ha demostrado que su deporte revolucionario movió y motivó a muchos cubanos sin que en esos momentos fuera un show. Quizás, no convocó a multitudes, pero nos hizo sentir orgullosos de manera multitudinaria y le dio la oportunidad a muchos para poder acceder a títulos mundiales en múltiples ocasiones.
Entonces. Se trata de imponderantes de la actualidad? Pues así debemos enfocarlo.
Pienso que urge un estudio de las potencialidades de cada deporte, para poder determinar cuales serían los productos derivados que les ofrecerían la posibilidad de tener mayor visibilidad y mejor posicionamiento en el ámbito nacional e internacional.
Porque OJO y esto es vital. Las nuevas tecnologías están determinando que el publico asistente ya comience a perder protagonismo y lo comparta con el publico que por trasmisión estreaming igualmente, y con el mismo entusiasmo lo hace. No creo que una pizarra, juegos de participación, u otras acciones a de poco alcance y repercusión para desarrollar un público de calidad, nos ayuden en el sentido que lo necesitamos. Además, esta estrategia promocional debe trazarse desde la base, como hemos aprendido en Cuba. Quizas por ejemplo, generando clínicas de 4 horas en municipios, comunidades, escuelas con deportistas y/o entrenadores de alto rendimiento, servirían para sensibilizar a un publico que no necesariamente tiene que ser deportista, pero si un espectador motivado por lo que ira a ver. Llevar orquestas es bueno, pero esas orquestas deberán estar regidas por las necesidades que el deporte que “animan” requiera. No es tocar su repertorio, no es un bailable en un juego, es apoyar el espectaculo que ya dan nuestros deportistas, con iniciativas previamente establecidas.
Se puede convocar a concursos de diseño del espacio deportivo y su animación. Encontrar propuestas y especialistas que nos ayuden ha trazar caminos sostenibles y de calidad.
Y claro, los patrocinios son vitales.
Con etecsa y su división de creación de contenidos debemos hacer convenios, generar aplicaciones que promuevan la interactividad. . Apoyarnos en comunity manager para el manejo de las redes sociales, etc. El espectáculo ya no es un instante, es todo un continuo donde se interactúa incluso más, fuera del juego en cuestión que durante el mismo.
E insisto, en la recien finalizada seria nacional de beisbol, todos los que pudimos ver los juegos del playoff en estreaming, disfrutamos mucho también, con el intercambio de mensajes de cubanos que venían de todos los confines del mundo, y estuvimos enganchados hasta el dia final, generando un trafico promocional importante. Sería bueno saber el número exacto de cuantos internautas estuvimos viendo esos juegos. A ese publico online hay que dirigirse igualmente generando una estrategia promocional y comercial. En fin, el camino es largo pero espectacular, a proposito del espectaculo. Pero no generemos iniciativas de mediano alcance ni nos conformemos con un dispositivo como una pizarra. Eso es un medio como lo es un buen celular. Lo que es realmente una infima parte de todo lo que hay que generar, pero partiendo de una buena estrategia de promocion.
Saludos Iddia Veitía. Mexico DF