El deporte en la actualidad representa un fenómeno social, cultural y comunicacional (por su estrecha relación con los medios y en especial la televisión, gracias a las transmisiones en vivo). Cualquier evento deportivo para lograr la máxima calificación hoy necesita convertirse en espectáculo, es decir, trascender su propia actividad atlética.
Como sede, Cuba aún da los primeros pasos en pos de hacer una verdadera fiesta los torneos nacionales e internacionales. Ejemplos positivos son la Serie Nacional de Béisbol y la Serie Mundial de Boxeo, aunque aún podrían aportar más allá de luces y música. Lo primero para que el espectáculo deportivo resulte exitoso es la presencia del público en los recintos. Recordemos que sigue siendo mayoritaria la población que prefiere apreciar las competiciones en directo. Precisamente hacia los aficionados deben ir dirigidos los primeros esfuerzos de las instituciones.
Como en otras ocasiones pueden estar disponibles servicios como wifi gratis, ofertas gastronómicas y de transportación de calidad y a precios módicos, y gradas más cómodas. La experiencia debe ser inolvidable para quien se desplaza a la instalación a apoyar a su equipo o deportista. ¿Por qué no vender a los asistentes juegos de mesa, balones o simplemente indumentaria o suvenires referentes a los que salen al terreno? Así mismo es preciso aprovechar mejor la previa y entretiempos.
Nuestros artistas pueden poner a disposición sus repertorios, y pensemos no solo en músicos, sino también en humoristas, repentistas y las iniciativas de las propias peñas. Por otra parte, si bien no disponemos de publicaciones deportivas especializadas, con excepción de la quincenal Jit, podrían tirarse folletos o plegables del evento con estadísticas, programa general, historia y fotos. La transmisión televisiva en vivo es la otra cara fundamental para el éxito de cualquier torneo. Mejor infografía, más estadísticas y conferencias de prensa.
Bravo por los sorteos a través del móvil. Para superar el trabajo en la pequeña pantalla podemos apropiarnos de prácticas internacionales, pero cuidado, existen grandes cadenas foráneas muy nocivas. Solo una arista, el rol de las mujeres. Pensemos por ejemplo en el baloncesto, donde las cheerleaders (animadoras) van ligeras de ropa; o las llamadas ayudantes, quienes sujetan una sombrilla o cartel con el número del piloto en la Fórmula 1; o las féminas que recorren el cuadrilátero durante intermedios en el boxeo.