Pedro Jesús Orta Junco
Cuando a las nueve de la mañana del pasado 14 de febrero, Día del Amor y la Amistad, inició el V Clásico Nacional del Ciclismo de Ruta cubano fue la trigésima octava ocasión que un evento del pedal comenzó en la ciudad primada de Baracoa.
En esta oportunidad hubo un gran ausente que responde al nombre de Juan Fernández González, el hombre de Guanajay, el bien llamado Mecánico de las medallas, que vivió y murió para el ciclismo, y estuvo ligado a este deporte por más de medio siglo. Él tomó la largada en 37 ocasiones en estos certámenes, siete como pedalista representando a diferentes sextetas nacionales y en las demás como mecánico de varios equipos hasta la selección nacional.
En su trabajo, muchas veces anónimo, puso su sello, pues contribuyó a varios de los triunfos obtenidos por nuestros equipos en estas lides. Él hizo como nadie realidad las palabras del padre del ciclismo cubano y de estos eventos, Reinaldo Paseiro, cuando sentenció: “En Cuba habrá velódromo y campeones mundiales”.
No hubo una medalla centroamericana, panamericana, de copa del mundo y olímpica que no haya tenido su destacada participación.
Seguro estoy que muchos de los participantes en este clásico lo recuerdan a diario revisando las bicicletas, exigiendo el mantenimiento y la limpieza de estas durante la carrera, presto siempre a dar ayuda y resolver rápidamente las diferentes interrupciones que se presentan, y en las palabras de ánimo que les decía a cualquier ciclista: “Arriba, vamos, que no se diga , tú eres el mejor”, cuando los veía un poco rezagados.
Fue un profesional en su trabajo, con mucha dedicación, preparación y experiencia; por eso en varias ocasiones le propusieron que abandonara su país para trabajar con equipos profesionales, pero él siempre fue fiel a su Patria, a la Revolución y al deporte que tanto amó.
Por todo lo que significó para el ciclismo cubano, en cada arrancada, sprint y meta hay siempre un minuto para Juanito.