En septiembre del año 2013 el presidente chino Xi Jinping lanzó una iniciativa que poco tiempo después sería catalogada como el “proyecto del siglo” del gigante asiático. Con el nombre oficial de La Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional, y comúnmente referida como la nueva Ruta de la Seda, pretende revitalizar el recorrido que hace 2 mil años unió comercial y culturalmente a Oriente y Occidente, e incorporarle otras sendas.
La plataforma de interconectividad terrestre y marítima, que facilitará la comunicación entre diversas regiones, incluye la construcción de líneas de ferrocarriles y puertos; oleoductos, gasoductos y centrales eléctricas; carreteras, centros logísticos y otros tipos de infraestructura.
Alrededor de una centena de países están involucrados en el megaproyecto que ha contado desde su lanzamiento con la inversión de unos 50 mil millones de dólares. Hasta la fecha, China ha firmado instrumentos gubernamentales con más de 80 Estados y organizaciones, lo cual ha derivado en la creación de cerca de 200 mil empleos locales, explicó a Trabajadores Chen Xi, embajador de la nación asiática en Cuba.
Precisamente por su alcance y valor estratégico, BBC Mundo lo ha descrito como uno de los cuatro momentos que marcaron el orden mundial en el 2017. Diversos analistas coinciden en señalar que el plan de transporte puede cambiar el mapa de la economía mundial y encumbrar a China.
Sin embargo, Xi Jinping ha dejado claro que el objetivo es “desencadenar nuevas fuerzas económicas para el crecimiento global, construir plataformas para el desarrollo mundial y reequilibrar la globalización para que la humanidad se acerque más a una comunidad de destino común”.
En ello concuerda el diplomático Chen Xi, quien añadió que se trata de “un producto público abierto, transparente e inclusivo ofrecido al mundo, que se enfoca en la cooperación económica internacional en vez de la disputa geopolítica y sigue la deliberación en común, la construcción conjunta y el codisfrute.
El embajador subrayó que “mediante la profundización de la conectividad, la mejora de la infraestructura, el impulso del comercio y la constante comunicación entre las personas, se puede crear un entorno más favorable para el desarrollo de los países y el bienestar de sus pueblos”.
Con respecto a la posibilidad de establecer una política laboral única para los trabajadores implicados en la iniciativa, el diplomático refirió que “respetamos la soberanía de las naciones implicadas y recordamos a nuestras empresas y a los ciudadanos chinos en el exterior observar estrictamente las leyes y regulaciones vigentes en el territorio donde residen. Estamos dispuestos a trabajar estrechamente con las demás partes para garantizar la seguridad”.
“La llave dorada” para las relaciones con América Latina
En su discurso de apertura a la II Cumbre Ministerial del Foro China- Celac, efectuado en Santiago de Chile el pasado 22 de enero, el ministro de Relaciones Exteriores del país asiático, Wang Yi, ratificó la voluntad de su Gobierno de incluir a América Latina en la Franja y la Ruta, propuesta que consideró “la llave dorada que abre un futuro más brillante para ambas partes”.
Durante el encuentro se firmó una declaración especial que, de acuerdo con Wang Yi, “inyectará una nueva fuerza motriz y abrirá nuevas perspectivas a la Asociación de Cooperación Integral de China, Latinoamérica y el Caribe”.
El Canciller mencionó cinco áreas priorizadas que incluyen la conexión terrestre y marítima (con énfasis en el Ferrocarril y el Túnel Transceánicos), el mercado abierto y mutuamente beneficioso, la industria independiente y avanzada, la innovación y el intercambio sobre la base de la igualdad y la confianza mutua.
“El compromiso entre amigos íntimos nos invita a reunirnos salvando mil distancias. Esta reunión marca un nuevo punto de partida y la Franja y la Ruta nos ofrecen una flamante oportunidad para recibir de la mano, salvando el inmenso océano, una nueva era resplandeciente de nuestras relaciones”, aseguró el funcionario.
¿Por qué le llamaron la Ruta de la Seda?
Desde el siglo I a.C. se organizó en Asia una amplia red a partir del negocio de mercancías, entre ellas la seda, que terminaría por darle nombre a la ruta y cuya elaboración entonces era un secreto bien guardado por los chinos.
La vía, que conectaba al gigante asiático con otros países de la zona, Europa y África, permitió la extensión del budismo por el continente oriental; y la llegada de la “era de los descubrimientos” luego de que los europeos se lanzaran a buscar nuevos caminos. En la actualidad, el mandatario chino Xi Jinping ha impulsado la revitalización de esa senda, a la que agregó otros recorridos, que compartimos en el mapa.