“Estamos en plena cultura del envase. El contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo y la misa más que Dios.”
Cito al escritor uruguayo Eduardo Galeano desde una expresión que devela su sempiterna, suspicaz y crítica mirada a esa malsana predisposición, enaltecedora del consumo desmedido en detrimento de valores que se resquebrajan bajo los influjos de productos culturales facturados con el pernicioso propósito de arrebatar a la humanidad su capacidad de raciocinio.
Lo hago para relatar un hecho que contrasta con esa funesta tendencia y nos confirma la supervivencia de cualidades morales que merecen un monumento y la socialización cotidiana.
El hecho…
Aquella mañana de jueves pudo marcar un giro, aunque por un tiempo, en la humilde situación económica de la joven tunera María Lores Sánchez. Ese día encontró una carpeta con gran cantidad de dinero y otros bienes materiales…
“Como es habitual, después que el huésped entregó la habitación y se retiró, procedí a la limpieza, a acondicionarla y al entrar vi sobre la cama una carpeta. La tomé e inmediatamente me dirigí a la oficina del gerente, se la mostré e hicimos su revisión”, cuenta María.
“Encontramos 60 dírhams, 18 CUC, 336 UDS, tres mil 400 euros, dos tarjetas de crédito, dos teléfonos celulares, dos cargadores y dos baterías, entre otros objetos de valor.”
José Daniel Sardina Martínez, director del Hotel Cadillac, el escenario del hallazgo, recuerda que “después de varios intentos, ninguno de esos artículos, incluido el pasaporte, nos facilitaron la localización del propietario. Nos urgía encontrarlo, pensando en la posibilidad de su salida del país. Entonces, probamos suerte con una tarjeta de identidad con dirección en La Habana y buscamos si tenía algún móvil asociado a su nombre”.
“Para suerte de todos, dice Sardina, sí lo poseía. Llamamos, pero al principio la señora que nos contestó negaba conocerlo y lo hizo cuando le dijimos la razón por la que lo buscábamos. El visitante estaba en Baracoa, provincia de Guantánamo, y ya daba por perdidas esas propiedades, pues no sabía con certeza dónde las había extraviado.”
José Daniel y María refieren que, pasados tres días, el turista retornó al Hotel Cadillac con tremenda alegría y comentó que tenía la seguridad de que había dejado la carpeta en un baño público en la ciudad de Holguín.
La protagonista…
María Lores Sánchez reside en una modesta vivienda ubicada en Calle 27, número 24, del reparto Fernando Betancourt, en la ciudad de Las Tunas, junto a Néstor, su esposo, y Nachely, su niña de un año de edad, quienes comparten la tranquilidad espiritual que genera el buen comportamiento ético.
María ha dedicado 12 años, de sus 31 de edad, a trabajar en el sector del Turismo, los primeros 10 en el hotel Las Tunas, y, desde hace dos en el Hotel Cadillac, perteneciente al complejo Islazul, donde se desempeña como auxiliar general.
“¿El dinero?, claro que me hace falta. Imagínate, tengo un salario mensual de 315 pesos cubanos (CUP) y 10 pesos convertibles (CUC) como estimulación y la vida está cara, pero lo encontrado no era mío. Esa convicción me la enseñaron mis padres desde la cuna y he sido consecuente: lo ajeno se deja quieto”, casi lo exclama con la satisfacción dominando cada palabra.
“Es un principio también inculcado por nuestro gerente en los intercambios diarios y todo el mundo lo ha interiorizado. Aquí no son pocos los hechos como este, y la respuesta es la misma. Sabemos que están en juego nuestros valores éticos, el prestigio y el sentido de pertenencia, propios y colectivos”, enfatiza María.
Por su actuar honesto, María Lores Sánchez recibió el agasajo de sus compañeros de faena, y como premio moral se hizo acreedora de la condición de Valor Provincial y candidata a similar categoría nacional, un reconocimiento instituido por el Sindicato de Hotelería y Turismo que promueve esas cualidades.