El primer “potaje” fue delicioso: más de 5 mil toneladas de frijoles se acopiaron durante el 2017 en la provincia de Ciego de Ávila, la mayor cosecha de los últimos seis años.
Pese a la intensa sequía, al huracán Irma y a otras adversidades climáticas, ese éxito productivo posibilitó cumplir las entregas para la canasta básica familiar, el turismo y otros destinos lícitos.
Ahora la naturaleza sirve el alimento en plato de segunda mesa. Las lluvias de la presente temporada invernal elevan el exceso de humedad del grano recolectado y la Empresa de Acopio se demora en cocinar una solución salvadora, ya sea para redistribuir el volumen del alimento cosechado en sus Mercados Agropecuarios Estatales o venderlo a la Empresa de Comercio Interior, con el fin de favorecer la cuota normada a la población que aún es inferior a una libra por persona.
Ante el clamor de los productores Trabajadores puso pie en tierra en la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) José Maceo, ubicada en el Consejo Popular de Santana, justamente entre las ciudades de Ciego de Ávila y Morón.
Marciano Alarcón, gestor de venta de esa base campesina, utiliza constantemente el calibrador de humedad y afirma: “El contenido de algunos de estos sacos empieza a tener mal olor, por eso no los aceptaron para su distribución, tenemos que devolvérselos a los campesinos para que vuelvan a solearlo y evitar pérdidas”.
Los frijoles se tornan más amargos en las fincas de esa CCS. El guajiro Nicodermo Guerra Ramos, opina: “Antes pedíamos el agua por seña frente a la brava seca y ahora queremos que escampe. Cuando las lluvias nos dan un chance las zancadillas las ponen algunos recursos caros como las mantas para solear el grano, las cuales tal parece que tienen hilos de oro…”.
“Figúrense que cada lona cuesta 6 mil pesos y alcanza para colocar el volumen equivalente a unos 20 sacos. Saque usted sus propias conclusiones periodista, cuál sería la inversión de Nicodermo, por citar un ejemplo, para orear 100 quintales que él tiene contratados para esta campaña”, subraya la ingeniera agrónoma Yaneisy Mirabal Martínez, vicepresidenta de la entidad productiva.
Los hermanos Francisco y Tomás Martínez Loyola gozaban de una relativa tranquilidad al pie de la trilladora, pero los chubascos visitaron también sus campos este fin de semana. Antes del chín chín, el negrito Crispín, comentaba: “Miren que limpiecito está el frijol, ojalá que las lluvias y otros inconvenientes no nos impidan convertirlo en un buen congrí”.
Cuando el Sol asomaba tímido, los campesinos suspiraban esperanzados. Mientras bajo el techo del círculo social de la CCS José Maceo, unos dos mil sacos listos para la distribución esperan por un milagro, cuestión inaudita para un producto que sustituye importaciones y cuesta tanto sacrificio cultivarlo, como si pudiera darse alguien el lujo, ante el déficit de alimentos luego de un violento huracán, de convertirlo en un desabrido potaje o en un reglón desviado hacia el mercado negro.