Panamá.— Una cosa es ver el Canal de Panamá (CP) en fotos y videos y otra, bien diferente, observarlo desde uno de los miradores, in situ. Razón tienen quienes lo calificaron como la octava maravilla del mundo moderno. Es una obra majestuosa, impresionante.
Cuando el avión de Copa Airlines permite distinguir, a punto de aterrizar en el aeropuerto de Tocumen, la notable acumulación de barcos en espera de atravesar el istmo, se confirma a primera vista la grandeza e importancia del viaducto interoceánico.
Desde su inauguración el 15 de agosto de 1914 ha posibilitado acortar el tiempo y la distancia de la comunicación marítima y dinamizar el intercambio comercial y económico, al proporcionar una vía de tránsito corta y relativamente barata entre los dos océanos. El CP ha influido decisivamente en los patrones del comercio en el orbe, además de contribuir a impulsar el crecimiento económico de muchos países.
Antes de su apertura, los pasos naturales utilizados entre los océanos Atlántico y Pacífico eran el estrecho de Magallanes y el cabo de Hornos, ubicados en el extremo austral de América.
La reciente ampliación del CP, cuyo costo total superó los 5 mil 600 millones de dólares, consistió en el establecimiento de un nuevo carril para dar acceso a los denominados buques Neopanamax (término utilizado para denominar a barcos de gran tamaño), con capacidad para transportar hasta 14 mil contenedores, el triple de la carga que se trasladaba antes por esa vía centenaria.
Ese tipo de transportación sigue siendo la principal en la ruta, pero las nuevas esclusas facilitan también que se abra al paso de otros productos, como el gas natural licuado y los grandes cruceros.
Las obras se dieron por terminadas el 26 de junio del 2016. Desde esa fecha, varios sucesos vinculados al CP han constituido noticias en las primeras planas de los periódicos y ocupado espacio en los titulares de noticieros estelares. Uno de estos fue el registro de un récord de tonelaje anual al cierre del año fiscal (1º de octubre del 2016 al 30 de septiembre del 2017), con poco más de 403 millones de toneladas (t) trasegadas, lo que representa un incremento de 22,2 % en comparación con el anterior.
Con esa cifra, el viaducto superó los 399 millones de toneladas planificadas. Los ingresos por peaje y otros servicios marítimos sumaron 2 mil 691 millones de dólares, 14,3 % más que en igual etapa del año pasado. En total, incluidas las operaciones de las nuevas esclusas Panamax y Neopanamax, ocurrieron 13 mil 548 travesías (3,3 % más que en el año fiscal 2016).
El otro acontecimiento relevante fue el comienzo de la temporada de cruceros, en la que deben pasar 236 embarcaciones de diferentes portes. Con marcado interés esperan el tránsito del Norwegian Bliss (aún en construcción), ya que marcará un hito porque será el mayor buque de pasajeros del mundo, con capacidad para 4 mil 200 personas. El primero en cruzar fue el MS Caribbean Princess, a finales del mes de octubre, con más de 3 mil viajeros a bordo.
Desde y hacia Cuba
La presencia de Cuba en el Canal se remonta a los inicios de su construcción. En la edificación de viviendas asociadas a la obra laboró Antonio Maceo Grajales, y gracias al descubrimiento por el Doctor Carlos Juan Finlay del agente transmisor de la fiebre amarilla, el mosquito Aedes Aegypti, y las medidas adoptadas para erradicarlo, pudieron llevar a feliz término los trabajos, pues la enfermedad se convirtió en una epidemia entre quienes los ejecutaban.
A través del tiempo, desde y hacia Cuba han navegado buques con mercancías diversas por el viaducto interoceánico.
Actualmente, la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZED Mariel) y la Terminal de Contenedores Mariel, según consideran expertos panameños consultados, constituirán ejes esenciales para la recepción de envíos desde Asia, lo que convertirá a ese puerto en el mayor del Caribe.
Después de no pocas gestiones, logramos conocer, gracias a la gentileza y la atención mostrada por Argelis Moreno de Ducreux, especialista de Comercio Internacional de la Administración del CP, que “Cuba es un usuario importante en cuanto al flujo de cargas (origen y destino)” que transitan por la ruta interoceánica, entre los 111 países que la utilizan.
Las principales mercaderías hacia la Mayor de las Antillas son granos, minerales, nitratos, fosfatos, potasa, químicos y petroquímicos, manufacturas de hierro y acero, aceites vegetales y grasas, maquinarias, equipos, entre diversos renglones; y desde ella: productos agrícolas, químicos y petroquímicos, y otros. El total trasegado desde Cuba, en el año fiscal 2017, fue de 458 mil 32 t, y hacia Cuba de 1 millón 68 mil 77 toneladas.
Explicó el especialista que el CP es mucho más que la vía interoceánica, pues su Administración y las dependencias mantienen, entre tantas aristas de labor, una comunicación muy estrecha con la sociedad panameña a través de la televisión abierta, digital y por cable (Canaltv), la revista informativa mensual El Faro, por mencionar algunos medios.
“La visión en estos momentos es ampliar la oferta de servicios, con la inclusión en el futuro desarrollo de mil 200 hectáreas para la creación de parques logísticos, zonas de procesamiento de alimentos y almacenamiento de carga refrigerada, productos agrícolas y biocombustibles.
“También se estudia la posibilidad de construir nuevas terminales de contenedores, para vehículos y gas natural licuado. Todos esos proyectos, sumados a las ventajas que ofrece Panamá al sector marítimo, portuario y logístico, crean oportunidades adicionales de negocios para todos los segmentos del mercado”, expresó.