Siempre que se menciona la poesía de tema amoroso, quienes disfrutan con su lectura, piensan, de inmediato, en la obra de Carilda Oliver Labra, una de las más significativas cultivadoras, tanto en Cuba como en Hispanoamérica, de esos versos que, de una u otra manera, recrean al más universal de los sentimientos.
De ahí que el anuncio de la aparición de un nuevo libro de poemas de amor de la conocida –y reconocida— escritora, siempre motive el interés de numerosos lectores. Como sucede, ahora, con la publicación, bajo el título Desnuda y para siempre (Editorial Ácana, Colección Surtidor, 132 pp), de una selección de versos de Carilda Oliver Labra.
Medio centenar de textos –referidos, entre otros temas, a la pasión, a la locura, a la entrega, al olvido, a la nostalgia, a la esperanza, a la despedida, al reencuentro…— se reúnen en este cuaderno, que propone un recorrido por el tratamiento del amor a lo largo de un fecundo ejercicio lírico de varias décadas.
En las páginas de Desnuda y para siempre, se encontrarán poemas antológicos, no solo en la bibliografía de la creadora, sino también en el panorama de la lírica amorosa cubana de entre siglos, como «Memoria de la fiebre», «Error de magia», «Discurso de Eva», «Es una carta donde digo amado» y «Te mando ahora a que olvides todo».
Aparece, igualmente –y no podía ser de otra manera—, ese otro poema que ha quedado en la memoria de varias generaciones y que, con el paso de los años, se ha convertido en un símbolo de la más ardorosa pasión. He aquí ese soneto, titulado «Me desordeno, amor, me desordeno»:
Me desordeno, amor, me desordeno,
cuando voy en tu boca, demorada,
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.
Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada
me desordeno, amor, me desordeno.
Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;
y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.
Considerada, con toda justicia, como una de las voces emblemáticas de la actual poesía cubana e hispanoamericana, Carilda Oliver Labra (Matanzas, 1922) es autora de poemarios como Al sur de mi garganta, Calzada de Tirry 81, Se me ha perdido un hombre, Memoria de la fiebre, Biografía lírica de Sor Juana Inés de la Cruz y Los huesos alumbrados.
Auque una gran zona de la obra lírica de Oliver Labra se refiere –como ya se ha comentado— al tema amoroso, no debe olvidarse que, dentro de su producción literaria, aparecen textos de marcado aliento social, en que la autora reflexiona sobre el hombre en relación con el mundo y sus circunstancias.
Desnuda y para siempre –que llega acompañado de una breve nota de presentación, con la firma del poeta Raidel Hernández, compañero en la vida de la escritora— se enriquece con las ilustraciones del artista Robert Pons, quien logra que el cuaderno se convierta en una auténtica fiesta de la palabra y la imagen.
Con esta selección de versos de amor de la escritora galardonada, entre otros reconocimientos, con el Premio Nacional de Literatura 1998 por la obra de la vida, los lectores podrán recordar –o conocer— esos poemas que ya han contribuido a escribir la propia historia de la lírica cubana de entre siglos.