¿Rompió definitivamente Rubén Martínez Villena con la poesía cuando afirmó en 1927: “Yo destrozo mis versos, los desprecio, los regalo, los olvido: me interesan tanto como a la mayor parte de nuestros escritores interesa la justicia social.”?
En un interesante artículo, la Doctora en Ciencias Históricas Angelina Rojas aseguró que después de esta declaración Rubén siguió haciendo poesía, pero ya no sería la misma, porque su visión del mundo había cambiado, como le expresó a Raúl Roa: “(…), amo la belleza aún más que antes.
Pero ahora sé que, sin justicia y pan, la belleza es un remordimiento, un gravamen de conciencia… Por eso he consagrado mi vida a luchar por la justicia, el pan y la belleza” y le aseguró al amigo: “Pues no haré un verso más como esos que hice hasta ahora. No necesito hacerlos ¿Para qué? Ya yo no siento mi tragedia personal. Yo ahora no me pertenezco. Ya ahora soy de ellos (los obreros) y de mi Partido”.
En 1932 publicó en Mundo Obrero sus sonetos Versos al taller y A martillazos, casi desconocidos, el segundo de los cuales reproducimos en ocasión de conmemorarse este 16 de enero un aniversario más de la muerte de Villena, cuya existencia estuvo vinculada hasta el último aliento a la causa de los trabajadores.
Forjamos sobre el yunque las rejas del arado/ que abrieron en la tierra el surco provisor/ a las espigas de oro, de grano fecundado/ por la simiente pródiga que arroja el labrador./ Forjamos el acero de donde se ha plasmado/ la máquina que acciona impulsos del motor…/ Con ella veja y exprime el rico potentado/ al miserable paria, la sangre y el sudor./ Pero como forjamos el hierro y el acero/ así se forja y templa el alma del obrero/ que lucha sin descanso por su liberación./ Para que un día cercano, también a martillazos,/ cadenas opresoras, deshechas en pedazos,/ ¡rueden al estallido de la revolución… !
Acerca del autor
Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …