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Carta al profesor Carlos Martí

Foto: José Raúl Rodriguez Robleda

Querido profesor:

Las felicitaciones por la victoria 4-1 en el play off semifinal ante Matanzas son tan reales y ciertas hoy como lo fueron los pronósticos de algunos especialistas que nos daban fuera de la discusión del título, a pesar de ser los campeones vigentes, contar con el mejor pelotero cubano de la actualidad y haber vencido a los propios yumurinos el pasado año en igual ronda, cuando también salían como favoritos.

El béisbol es así. Y sus conocimientos no solo le reportan ser el mentor con más partidos ganados en Series Nacionales, sino también el único sobreviviente de una escuela de directores que nos enseñó a todos que el mejor mánager no es el que grita, guapea o sale más en los medios de comunicación. El mejor es el más querido por su equipo y su pueblo. Y triunfa, gana y convence.

Esta temporada un mérito suyo que se comenta poco es la magia para clasificar sin Alfredo Despaigne, Roel Santos y Lázaro Blanco desde el inicio, así como lesiones de jugadores claves durante la primera etapa. No argumentó jamás eso como excusa para las derrotas y confió, como pocos, en el talento y las ganas de quienes tenía para jugar. Cuando entraron los contratados peleó cada partido con la misma fuerza y tomó decisiones muy duras.

La más dura de todas, sentar para los play off a Lázaro Cedeño, líder jonronero de la campaña y uno de los peloteros que más ha crecido en este equipo. Y algunos no compartimos la explicación porque pensamos que un hueco debía tener en la alineación, sin embargo, otra vez se impuso la vida y tuvo la razón. Y cuando le pidió empuñar como emergente en el quinto juego le respondió como el niño agradecido y consciente de los consejos de un padre.

Muchas cosas más cabría decirle. El respeto que siempre ha tenido al espectáculo, a la prensa y al aficionado que pocas veces le pide una foto o autógrafo porque se arrebata más con los protagonistas de los batazos o fildeos y critica como nadie al único que verdaderamente imita desde las gradas o la televisión en las casas. ¿Cuántos nos creemos directores de equipos? Todos.

Ahora que se acerca la segunda final consecutiva que viviremos en Bayamo y en toda la provincia (me atrevería a decir que en todo el Oriente) la inspiración de estas líneas no es para prodigarle los elogios y el apoyo que usted sintió incluso cuando no le salieron las cosas como hubiera deseado  en la pasada Serie del Caribe en Culiacán o el IV Clásico Mundial en Japón. Allí no apartó sus conocimientos beisboleros de la humildad y la serenidad, y se ganó a Cuba entera porque los resultados no fueron única y directamente responsabilidad suya.

Estas líneas solo intentan reconocer que sea contra Las Tunas o Industriales, volveremos a disfrutar su mayor virtud: hacer funcionar un equipo que nadie ha forjado y conoce al dedillo como usted. Quizás no seamos el conjunto más mediático ni el que más aficionados reporte en sus peñas, pero nadie puede subestimar ni olvidar que el trote de los Alazanes enfila a ganar el campeonato.

Pase lo que pase, le pedimos que comparta esta carta entre todos sus jugadores, que para nosotros son sus hijos más fieles.

Un abrazo, el pueblo de Granma. 

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