De pequeña creyó tener sensibilidad para la lírica y las letras. Y no se equivocó. La poeta y ensayista Caridad Atencio a sus 54 años edad posee un aval que la delata: Premio de la Crítica por el Libro de los Sentidos, la Distinción Por la Cultura Nacional en el año 2003, jurado de los premios David, Dador, Calendario, Pinos Nuevos y del Concurso Internacional de Poesía Raúl Hernández Novás, entre otros reconocimientos.
Lo más revelador de su obra consiste en la sencillez, la ternura con la aborda realidades inmediatas sin tanto retruécanos ni fórmulas ortodoxas. Asume la poesía como un proceso de “contención en el desbordamiento”. Así la definió el jueves 11 de enero en el habitual espacio Páginas inéditas en la librería Fayad Jamís, conducido por el periodista y promotor cultural Fernando Rodríguez Sosa, ocasión en que la Atencio resultó la anfitriona de la tarde.
Polvo de alas de mariposa, cuaderno martiano compilado por Gonzalo de Quesada y Miranda, considerado el más documentado bibliógrafo de nuestro Héroe Nacional, y que ha sido tema de varias críticas y cuantiosos exámenes de relevantes investigadores ha ocupado un importante peldaño en el quehacer literario de Atencio, quien ha realizado una encomiable labor como investigadora en el Centro de Estudios Martianos durante 28 años. Ella lo entiende como “un camino de experimentación hacia los Versos Sencillos”.
“Martí tiene más de 100 años de bibliografía”, puntualizó la autora de La sucesión, Premio Dador (2002), que actualmente se encuentra trabajando en el análisis del Diario de Campaña del Apóstol.
Su mayor compromiso, “no ser condescendiente con cualquier cosa”, ha sido la máxima mantenida como profesional y poeta. En una entrevista me comentó sobre el Apóstol una verdad que ha calado en mi mente como ninguna otra: “De José Martí habría tanto que contar, que mejor es decir poco para ser esencial. En su poesía se encuentra el más alto grado de intensidad lírica dentro de la literatura de nuestra tierra. Escuché decir a Retamar que era el autor más completo que había leído. Dos de sus pensamientos que provocan en mí centralidad hacia su obra son: “La ingratitud es un pozo sin fondo, y como la poca agua, que aviva los incendios, es la generosidad con que se intenta corregirla. No hay para un hombre peor injuria que la virtud que él no posee”.
Dejo un poema suyo que dice de su lírica y manera peculiar de asumir la vida:
Misteriosamente
advertida.
A cada momento
puesta a prueba.
¿Tienes que percibir
algo
que yo siempre poseí?
De los lances
de agobio
voy a huir
con el pecho
inflamado.
Que la crueldad no existe,
para que no se convierta
en un recuerdo.
Cierto uso
del vacío
en un pecado
brillante.
La mujer,
alimentándose
de su huevo:
“demonizar
lo frágil
te impondrá
alguna angustia”?
Cierto uso
del vacío.
Un pañuelo
olvidado
con su nombre,
caído de la noche
blanca,
esparcido.