De violaciones y absurdos está plagada la carta que nos envía la guantanamera Marilen Leyva Matos, trabajadora del taller para discapacitados físicos en Baracoa, pues su colectivo pasa más tiempo interrupto que laborando, y si bien dice que las autoridades en diferentes niveles tienen conocimiento del rosario de problemas, todo sigue igual.
Por si fuese poco —continúa—, en el centro persisten las barreras arquitectónicas y las malas condiciones. Carecen de agua, y la ventilación y la iluminación son insuficientes. Los planes de producción no se discuten de modo adecuado y son muy altos porque se confeccionan en función de una antigua plantilla de 35 personas, y en realidad son 18.
El tiempo pasa, siguen interruptos y sin salario, aunque todo es del conocimiento de las autoridades políticas, del gobierno y del sindicato en el territorio, así como los presidentes a nivel municipal y provincial de las asociaciones nacionales de Ciegos y Débiles Visuales; de Sordos; y de Limitados Físico- Motores de Cuba, subraya.
Los talleres para personas con discapacidad forman parte de los programas priorizados por la Revolución —destaca Marilen— y surgieron por idea del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz con el fin de insertarlos en la sociedad para que se sintieran útiles.
Teniendo en cuenta esa premisa esperamos que la situación descrita por la lectora sea tratada con la mayor sensibilidad y agilidad posible.