Con una estrategia propia para sus exportaciones, que le aprobara el Ministerio de Comercio Exterior en el 2016, la Universidad de las Ciencias Informáticas (Uci) da pasos hacia la diversificación de sus servicios informáticos y académicos, fundamentalmente en el área de América Latina y el Caribe, y África.
Luis Raciel Rodríguez Silva, jefe del Departamento Comercial de esta atípica universidad que acaba de cumplir sus 15 años de existencia como un centro docente y para la producción, conversó con Trabajadores durante la pasada Feria Internacional de La Habana sobre algunos de los resultados, perspectivas y limitaciones en su labor exportadora.
Entre los años 2004 y 2011 la UCI tuvo a Venezuela como principal destino de sus exportaciones de software, pero luego empezó una reorganización de esta actividad para ampliar sus mercados y productos, recordó el joven directivo.
Como resultado, señaló, ya ese centro pudo comercializar servicios académicos e informáticos a otras naciones de la región como México, Uruguay, Jamaica o Trinidad y Tobago, o países africanos como Angola y Namibia, además de contar con más de 100 convenios firmados con otras universidades de todo el mundo.
Porque junto con la fabricación de programas informáticos, esta entidad también ofrece la posibilidad de formación en doctorados, maestrías, pasantías y posgrados, lo cual conforma un catálogo muy peculiar, que incluye marcas propias y certificaciones de calidad para varios de sus productos y procesos.
Como ejemplo, Rodríguez Silva explicó que la Uci es la única institución cubana con un certificado de calidad del proceso productivo según un modelo conocido como CMMI-DEV (de sus siglas en inglés Capability Maturity Model Integration for Development), en su inicial segundo nivel, que se espera llevar al tercero este próximo año.
También en días recientes, así lo informó su sitio Web institucional, esta universidad recibió a una amplia comisión de la Junta de Acreditación Nacional, del Ministerio de Educación Superior, cuyos resultados deben permitir, para inicios del 2018, otorgar una evaluación a la calidad en la formación de sus profesionales mediante la certificación de sus programas académicos.
A partir de este año la Uci cuenta además con su propio esquema de autofinanciamiento a partir de sus ingresos por exportaciones, que se dedican entonces a la mejora continua de su infraestructura tecnológica y de las condiciones de vida y trabajo, lo cual se refleja, por ejemplo, en la residencia estudiantil, la alimentación y la conectividad.
Tienen la insatisfacción, no obstante, de que aún no hay formas de pago para que las exportaciones incidan directamente en los ingresos de los trabajadores que las hacen posibles, o para que una parte de sus más de 14 mil ingenieros graduados en estos tres lustros pudieran, mediante convenios gubernamentales, laborar en el exterior y aportar divisas al país.
“Hay que agilizar nuevos modos de organización del trabajo en este tipo de industria”, valoró.