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Teatro de La Luna protagoniza un banquete infinito

Amalia Gaute y Yasel Rivero en una de las escenas. Foto: Yuris Nórido
Amalia Gaute y Yasel Rivero en una de las escenas. Foto: Yuris Nórido

Es muy serio lo que dicen los personajes de El banquete infinito, la obra de Alberto Pedro que ha estrenado Teatro de La Luna. Es muy serio, pero al mismo tiempo hace reír. Demasiado disparatado resulta el discurso de la mayoría de estos seres, abanderados de una gesta que ellos mismos no acaban de comprender ni calcular. Y por si fuera poco, la puesta insiste en desdramatizarlo todo.

Raúl Martín prefiere las comedias contundentes. Teatro que cuestione y fustigue, y que también divierta y haga pensar. Látigo con cascabeles. El entramado de El banquete infinito se vuelve carnavalesco, pero eso no significa que se banalice.

Se trata de una parábola sobre los demonios del poder, los ámbitos en que puede concretarse, las criaturas que pueden llegar a encarnarlo o acompañarlo. Algunas situaciones apuntan a la farsa, o al teatro costumbrista. Pero en el contrapunteo de los personajes aflora un realismo descarnado.

Es un espectáculo polifónico e integrador. La dirección de actores distingue con eficacia líneas complementarias: por un lado, los que se debaten en el sinsentido, enfáticos y teatrales; por el otro, los que tienen los pies bien puestos sobre la tierra.

Los actores defienden el texto con una suficiencia admirable. No hay eufemismos ni edulcoraciones en esas interpretaciones, ni en la puesta toda. La cuarta pared es violentada constantemente y hasta el olor de la comida que los personajes manipulan y consumen llega hasta los espectadores. Este es teatro de marcadas sensaciones.

Plausibles y notables el diseño espacial, la coreografía, los montajes musicales, el diseño de vestuario… Se rehúye aquí del minimalismo y la contención, pero nunca se llega al caos: todo está aquí perfectamente articulado.

Aunque la fábula es universal y no hay pretensiones historicistas o documentales, Raúl Martín ofrece otra obra comprometida con el aquí y el ahora. Otra muestra de esa estética espectacular e incisiva.

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