Es prácticamente imposible dialogar con Eduardo Heras León (La Habana, 1940) sobre literatura, periodismo, crítica de ballet, cine y magisterio sin que en la conversación no afloren —por azares del coloquio— interesantes anécdotas personales en medio de la extraordinaria modestia de quien, además de ser una de las figuras de mayor relieve de las letras insulares contemporáneas, durante su juventud fue protagonista de notables hechos militares.
Entre esos acontecimientos que marcaron la vida del Premio Nacional de Literatura 2014, se encuentran el haber sido el primer expediente de la Escuela de Artillería Comandante Manuel Fajardo, de Baracoa. Allí, en el acto de graduación, recibió como premio una pistola de manos del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, con quien compartió el escenario de combate en Playa Girón, como segundo jefe de la Batería 7 de Morteros 120 mm.
También conversó con el Comandante Ernesto Che Guevara durante sus estudios de jefe de artillería en los Cursos Vystrel, de la Unión Soviética, entre 1962 y 1963, donde fue el mejor alumno. Pero mi reunión con este hombre delgado, criollísimo mestizo —mezcla de chino y mulato—, culto y sereno, no fue concertada en su acogedor apartamento del Vedado capitalino para recordar detalles de aquellas —y otras— contingencias que bien merecen referencias periodísticas aparte, y que a través de su maravilloso dominio de las técnicas de narración, provoca que pase veloz el tiempo en un amoroso ambiente familiar, encendido por su cautivadora esposa Ivonne Galeano, de nacionalidad uruguaya.
Acudimos a él para hablar sobre uno de los más nobles proyectos ideados por el líder histórico de la Revolución Cubana en beneficio del enriquecimiento cultural y educacional del pueblo: el programa televisivo Universidad para Todos, del cual Heras fue fundador.
“Fidel me inyectó tal entusiasmo que me sorprendió…”
Todo comenzó a partir del Consejo Nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) de octubre de 1999, donde yo informaba sobre los resultados del primer curso del Taller Onelio Jorge Cardoso, y sorpresivamente se apareció el Comandante en Jefe, y escuchó parte de mi intervención. Se estableció entre nosotros un diálogo vivo, intenso, acerca del Taller, las técnicas narrativas, su utilidad y empleo, y la posibilidad de hacerlo accesible a una mayor cantidad de jóvenes en todo el país.
Yo desconocía que estaba a punto de desencadenarse uno de los más importantes proyectos educativo-culturales de la Revolución. Y así fue. “Unos meses después, en julio del año 2000 me encontraba en Canadá y recibí una llamada de Carlos Martí, entonces presidente de la Uneac. Me preguntó que cuándo regresaba a La Habana y le respondí que en dos días.
Me dijo que el Comandante quería que yo diera un curso de técnicas narrativas a través de la televisión nacional, que cuando viniera me daría más detalles…”, dijo el autor de más de una decena de títulos, entre ellos los cuentos La guerra tuvo seis nombres (Premio David de la Uneac, 1968); Los pasos en la hierba (Mención única del Premio Casa de las Américas, 1970); y Cuestión de principio (Premio Nacional de la Uneac, 1983, y Premio Nacional de la Crítica, 1986).
“Ya en Cuba, Carlos me dijo que Fidel quería escuchar mis proposiciones sobre esta idea. Preparé un plan de 20 horas de clases y esperé la entrevista con el Comandante. “El 9 de agosto del 2000 me llevaron al Palacio de la Revolución. Alrededor de las once de la noche entramos en un salón en el cual ya estaban otros compañeros, entre ellos los presidentes de la Uneac y de la Upec.
Dialogamos con Fidel cerca de tres horas. Fue inolvidable. Él preguntó sobre todo. Yo llevaba impresos los planes de lección de las clases. Y le propuse que en vez de técnicas narrativas, tal vez debíamos comenzar por algo más elemental, como el concepto de literatura, los géneros, etc. Y me dijo que no. Que iniciaríamos con las técnicas narrativas. Estaba seguro de lo que quería…”; resaltó el también crítico de danza y coguionista de varias obras para cine y televisión recreadas de sus cuentos.
“En esa plática Fidel me inyectó tal entusiasmo que me sorprendió. No olvido cuando le dije: ‘Comandante, aunque no lo crea, usted utiliza las técnicas narrativas…’ y me respondió: ‘¿¡Yo!?’, y le dije ‘sí, usted…, mire, en su alegato La historia me absolverá, usted habla en primera persona y de pronto hace un corte y cambia para la tercera, ¿sabe cómo se llama eso?’… y me dijo, ‘no’ y le expliqué que se trataba de una muda del punto de vista espacial, y ‘esa pequeña anécdota que intercala dentro del discurso ¿sabe cómo se llama?’ y volvió a decirme que no, y le dije: ‘eso es una caja china, en términos técnicos.
Usted conoce las técnicas narrativas, intuitivamente, las ha asimilado por lecturas, eso sucede en muchos escritores”’, evocó el poseedor, además, de la Distinción Por la Cultura Nacional, de la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez, del Premio Nacional de Edición y de la Distinción Maestro de Juventudes.
“Un momento importante de mi vida como escritor y profesor”
“Conversamos sobre muchas más cosas. Me preguntó acerca de un discurso que pronunciaría ante unos graduados de Medicina, y tenía dudas en un párrafo que había escrito de dos formas. Quería saber cuál de las dos variantes era la mejor. Esa noche Fidel me mostró una faceta de él que yo no conocía”, apuntó Heras León. “El 13 de agosto me invitó a compartir por su cumpleaños. Allí me dijo: ‘Heras, cómo anda tu entusiasmo por el curso’, y le expresé ‘no se preocupe Comandante, que va sin problemas’.
Y entonces me objetó: ‘Me avisas si se te acaba el entusiasmo que yo te voy a inyectar un poquito más’. El curso comenzó el 1º de octubre. Se acordó llamarlo Universidad para Todos. Toda una aventura.
Nos levantábamos a las 4:00 a.m., porque las clases eran en vivo, de siete a nueve de la mañana. Luego se repetían (grabadas) a las 11:00 p.m.”.
Con una sonrisa que asomó a su rostro, el reconocido conferencista igualmente recordó que este proyecto fue “importante en mi vida como escritor y profesor. De ese curso salió el libro Los desafíos de la ficción, la recopilación más completa de la lengua española sobre técnicas narrativas, Fidel se entusiasmó con esta y solicitó que se imprimieran 15 ejemplares, que se hicieron casi manualmente. Fue la primera edición. Quería mandárselos a cada uno de los Cinco Héroes.
También se lo regaló a Abel Prieto y a Jean-Bertrand Aristide, quien entonces era presidente de Haití, que estaba de visita aquí. La segunda edición, de 5 mil ejemplares, se hizo en Colombia. Me dijo bromeando: ‘Este libro hay que analizarlo no solo por su contenido, sino por su peso’.
Tiene casi mil 300 páginas. “Fíjate si le quedaron fijas las ideas sobre las técnicas narrativas, que durante uno de sus viajes a la ONU, en una iglesia de Estados Unidos ante unas 3 mil personas dijo que en Cuba había un escritor joven que estaba dando cursos sobre técnicas narrativas, e hizo alusión a Universidad para Todos. A su regreso participó en una reunión de directores municipales de Cultura a la que fui invitado. Llegó, preguntó por mí y me dijo: ‘Oíste mi discurso en la iglesia de Estados Unidos donde te tiré un piropo?’’’, precisó Heras León. El también director, desde hace 20 años, del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso —especializado en la formación de escritores noveles—, discurrió sobre otras muchas remembranzas relacionadas con sus vínculos profesionales con Fidel, entre ellas sus encuentros con él en la Feria del Libro. Pero en el diálogo fue recurrente el tema sobre Universidad para Todos, y la constante preocupación de Fidel por este proyecto sobre el cual le dijo: “Mire, Comandante, el objetivo de este curso tan breve no es que los televidentes aprendan las técnicas narrativas, sino que adquieran una nueva dimensión de la lectura. A partir de ese conocimiento, se puede leer una novela o un libro de cuentos, haciéndolo desde adentro, desde el laboratorio creador del escritor… y a él le gustó mucho que yo le explicara así… me di cuenta…”.