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El Fidel que quiero recordar

La obra social que siempre impulsó me llevó más cerca de Fidel físicamente.  No se pensaba que atravesaríamos una crisis económica como la de principios de la década de los años 90  y los cubanos, con el inolvidable líder a la cabeza, fueron capaces de realizar proezas en la construcción y reparación de miles de instalaciones para la educación, la salud pública, la cultura, el deporte, viviendas…

Muchos de esos lugares, sobre todo en la capital,  fueron inaugurados por el eterno Comandante en Jefe. Testimonio de ello son las fotos que se guardan en esos centros de trabajo y también, con celo, en álbumes o enmarcadas y colocadas en un lugar privilegiado de la casa.

Como periodista  fue la ocasión que con más intensidad di cobertura a esos actos. Lo oímos hablar del presente, con mucho de futuro porque nunca traicionó a su pensamiento visionario. Tampoco el crítico. Y como mismo señaló errores a los constructores, ponderó la terminación de obras monumentales que hoy prestigian a esta pequeña  isla, cuyos habitantes hoy lo lloran en silencio y lo evocan a viva voz.

Un reportero siempre tiene trabajos en el tintero. Me quedan cosas por escribir. Testimonios de hombres y mujeres humildes, de profesionales que tuvieron bien de cerca sus enseñanzas. Esas para las que siempre habrá espacio porque su legado es eterno.

Me animan aquellos dos apretones de mano, en 1985, cuando siendo una periodista bisoña lo vi frente a mí en la Isla de la Juventud y un año más tarde en el Palacio de Convenciones, al concluir una de aquellas jornadas históricas que protagonizó en contra del pago de la deuda externa.

Es lo que me reconforta en estas horas, cuando prefiero recordarlo sonriente e interesado por el más mínimo detalle, durante una explicación en la apertura de una planta productora de medicamentos, o con su paso firme en un recorrido, o haciendo aquellas preguntas capciosas para las que algunos consultaban sus calculadoras mientras que él daba la cifra exacta en pocos segundos. Prefiero recordar su imponente figura, la delicadeza al tratar a sus semejantes, la respuesta contundente al enemigo. Prefiero recordar al estratega militar, al hombre amante de los niños, al defensor de las causas justas. Prefiero hablarlo en presente y… en futuro.

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