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Derechos violados

Sobre la necesidad de respetar los derechos laborales nos escribieron varios trabajadores en los últimos días. Violaciones de horarios, pagos, tiempo de alimentación son algunos de los temas de las cartas que nos remiten con la confianza de ser escuchados.

Una de las misivas desde la comunidad granmense de Vado del Yeso, en el municipio de Río Cauto, expresa el reclamo de Daiselma Amaya Casillo, en representación de sus compañeros de la unidad El Tulipán.

Este colectivo labora un promedio “de más de 55 horas semanales y al culminar el mes cobran a razón de 190.6 horas, cuando en realidad exceden las 240”, explica la remitente.

Al respecto abunda que carecen de medios de refrigeración y, en consecuencia, deben mantener las ventas hasta pasadas las 10:00 p.m. “incluyendo los domingos si reciben cárnicos los sábados o la canasta básica los fines de semana”; hasta dedican tiempo extra para hacer “los cuadres de ventas del día y la limpieza”.

Por si fuera poco, también son afectados con el pago de la estimulación aunque sobrecumplan los planes. “Esa es otra odisea —valora— si no se equivocan y lo reportan a otra unidad, lo utilizan en la compra de materiales para la empresa o, como este mes, que lo distribuyeron entre todos los establecimientos”.

Con razón Daiselma se cuestiona de qué vale el sacrificio, si otros son los que disfrutan los beneficios de su colectivo.

Similar situación viven los agentes de seguridad de Sepsa de Santiago de Cuba, relata Yoel Rodríguez. Este remitente luego de leer en nuestras páginas de internacionales un artículo sobre el trabajo forzoso vio un paralelo con sus jornadas.

Llevamos tres años trabajando los días de descanso, aparte de las 16 horas nocturnas, manifiesta. Solo recesamos 4 horas, y nos obligan a laborar 16 horas en la noche y así cuatro turnos adicionales, después de cumplido el tiempo mensual.

Nos explicaron que según el Código de Trabajo, quien no realice las horas extras es sancionado, por eso recogimos firmas y enviamos las quejas a la empresa. La respuesta fue la falta de personal.

Yoel no entiende cómo después de tantos años de Revolución ellos tengan que luchar porque se respeten sus derechos. “El descanso es necesario y parece que los agentes de seguridad no podemos disfrutarlo. La solución no puede ser pedir la baja”, afirma.

Otra de las cartas recibidas expresa la preocupación del maquinista Carlos Alfonso Guillermo, de la Base de Trenes de Camagüey, en relación con los horarios de alimentación de las ferromozas bayamesas, pues se incumplen con los tiempos de desayuno, almuerzo y merienda.

El lector aclara que en su centro esos problemas no ocurren pero por solidaridad con sus colegas quiere saber qué establece la ley al respecto.

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