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¿A que va Donald Trump a Asia?

Luis René Fernández Tabío⃰

A un año de los días más álgidos durante la convulsa e inesperada elección de Donald Trump en noviembre de 2016 como Presidente de Estados Unidos, se crean enormes expectativas preliminares y preocupaciones sobre su viaje a países asiáticos del 3 al 14 de noviembre del 2017.   ¿Qué puede esperarse?  El objetivo de las siguientes líneas es brindar algunas reflexiones preliminares.

Este recorrido por la región más dinámica de la economía mundial y donde aparecen muchos desafíos críticos para el liderazgo estadounidense, principalmente por el ascenso de China como potencia, reviste particular importancia más allá de la coyuntura para esclarecer la incierta política exterior de Estados Unidos hacia esta región y lo que serán probablemente las tendencias dominantes en las relaciones internacionales en los próximos años. Existen señales de que el orden liberal está siendo rechazado desde la Casa Blanca y se manifiestan importantes retrocesos en el mismo, derivados del rechazo y demanda de renegociación de los acuerdos de libre comercio que tiene Estados Unidos, pero no está totalmente claro cuáles serán las consecuencias ni las condiciones que definirán el nuevo orden en proceso de formación. Una de las concepciones políticas que no había tenido tanta influencia hasta el presente muestra credenciales con esta administración, la corriente del nacionalismo jacksoniano.[1].

A primera vista, pareciera que Trump y su equipo de Gobierno -con una alta presencia de figuras con estirpe militar-, buscan conformar una imagen más estable y responsable sobre la proyección política de la única súper potencia del mundo, si bien el escenario no es muy fluido y los resultados finales inciertos. Es decir, la diplomacia estadounidense desea disipar algunas de las legítimas preocupaciones que pueden tener los países de la región, desde los aliados, los socios, hasta los declarados enemigos frontales.

Aunque todavía Estados Unidos conserva un extraordinario poder mundial, su posición es declinante frente al ascenso de China, especialmente en esta región y muchos analistas consideran que el balance final de las políticas encaminadas por Trump en los años que le restan en la presidencia, si logra terminar, pueden beneficiar más a China en lugar de afectarla.

Estas condiciones se acrecientan ante la idea de aumentar la contribución de los aliados por el apoyo a la seguridad brindado por Estados Unidos principalmente en Japón y Corea del Sur.   Actualmente Japón paga a Estados Unidos alrededor de 2 mil millones anuales de dólares por la colaboración militar y se dice que Corea del Sur aporta 900 millones de dólares, lo que representa cerca del 40% del sustento a la seguridad estadounidense en la frontera que divide a la península coreana desde el armisticio. Con independencia de las presiones en este terreno, considero debe predominar la continuidad de la política de Estados Unidos en materia de seguridad.

Entre los desafíos principales que estarán de algún modo sobre la mesa de negociación en este viaje está la retirada de los acuerdos de la Alianza Transpacífico (TPP), que abarcan importantes países de la región como Japón y Vietnam, teniendo cada uno que ajustarse a las nuevas condiciones y negociar con Estados Unidos los asuntos comerciales en el marco bilateral, en circunstancias mucho más complicadas, dada la correlación de fuerzas en cada caso.

El nuevo Presidente estadounidense ha hecho gala de su limitada afinidad con las negociaciones multilaterales basado en su propia interpretación unilateral de “America First”, que como es sabido supone reclamar en lugar de “libre comercio”, “reciprocidad y trato justo”, lo que significa una gran decepción para los tres países que el Presidente estadounidense visitará y que están o estaban involucrados en tratados de libre comercio con Estados Unidos: Japón, Corea del Sur y Vietnam.

En este mismo sentido existe la preocupación de que Trump presione a favor de la renegociación del tratado de libre comercio que tiene con Corea del Sur, como está haciendo con México y Canadá en los marcos del TLCAN. Ello representa un enorme contraste con la administración precedente, en tanto el Presidente Obama trataba de ampliar estas alianzas y buscó como un elemento de balance a la expansión de China, esos acuerdos megarregionales de libre comercio de “segunda generación” y el denominado enfoque “pivot Asia”, que estableció una prioridad estratégica para Estados Unidos en la región.

Sin embargo, a pesar del rechazo oficial a las negociaciones multilaterales, el Presidente asistirá a dos cumbres, la de la APEC (Danang, Vietnam el 10 de noviembre) y la de la ASEAN (Manila, Filipinas el 13 de noviembre).  Esto es sin duda muy importante, aunque en esas reuniones no debe esperarse muchos resultados más allá del espectáculo mediático,  las fotos, y que seguramente el presidente Trump subraye los temas principales de su visita –sin que puedan excluirse las posibles “sorpresas” de sus iniciativa verbales-, en la línea de que las relaciones económicas deben ser beneficiosas para ambas partes y que la seguridad nacional desde la perspectiva de Estados Unidos supone la aceptación implícita de su presencia militar y libertad, así como que sus costos sean compartidos, lo que se expresa oficialmente en mantener “libre y abierto la región Indo- Pacifico”.

Ese es un enfoque que no aborda explícitamente pero tampoco cancela el complejo de conflictos por el llamado Mar de China, sino que subraya los “derechos” estadounidenses como potencia también en esa región. Sin duda el tema es relevante para varios países, y en ello no se puede desconocer la colaboración naval entre las fuerzas armadas de Vietnam y Estados Unidos.

Es notable el discurso sumamente agresivo, desproporcionado y peligroso que el presidente estadounidense ha empleado en el conflicto con Corea del Norte, cuando promete hacerla desaparecer, o afirmaciones semejantes en diatribas públicas obre Kim  Jong Un, al que denomina “rocket man”.

Las demostraciones nucleares y las dos pruebas exitosas de lanzamientos de cohetes balísticos intercontinentales realizadas por Corea del Norte, han creado un clima de tensión de enorme peligrosidad.   Las amenazas y duro lenguaje por ambas partes han generado gran preocupación en la región y todo el mundo, tratándose de armas de destrucción masiva.   El asunto es sumamente delicado, sean estas supuestamente de mayor o menor calibre, alcance y calidad.  La disuasión nuclear, o el empleo de sofisticados sistemas de defensa antimisil, pueden agregar grados de inestabilidad a la crisis en lugar de solucionarla.  Es un mito que se puede controlar y restringir un conflicto que pudiera desatarse por error, o mala interpretación de las partes, mediante amenazas de uso desmedido de las fuerzas e introducción de nuevos sistemas militares.  La historia muestra suficientes ejemplos de que la negociación diplomática es el único camino, e incluso este proceso debe ser cuidadosamente llevado para que sea exitoso.

El orden de las visitas y el énfasis en los encuentros con militares de Estados Unidos y aliados, subraya la importancia que le concede la actual administración al factor militar como instrumento de la política.

La primera escala, el 3 de noviembre, se realizará en un Estado de la Unión, Hawái. Se recuerda así que un Estado norteamericano está precisamente allí.  El objetivo declarado es “recibir un resumen de la situación del Comando del Pacifico”, sus fuerzas militares de Estados Unidos para esa región.  Es decir, lo primero que le interesa al Presidente es eso, el factor militar.   Visitará Perl Harbor, el símbolo justificativo de la intervención militar cuando la Segunda Guerra Mundial (Remember Pearl Harbor).  El periplo prosigue por Japón (5 de noviembre)  y Corea del Sur (7 de noviembre). También  se reunirá en Japón y Corea con los militares estadounidenses y sus colaboradores locales.

Naturalmente, también dialogará con el Primer Ministro Shinzo Abe,  y con familias japonesas cuyos miembros se dice han sido “secuestrados por el régimen de Corea del Norte”.   Esta actividad va encaminada a favorecer la política de sanciones y aislamiento a este país. Asimismo en Corea del Sur se encontrará con el Presidente Moon Jae-in y se presentará en la Asamblea Nacional, donde celebrará la alianza y amistad entre Estados Unidos y la República de Corea, aprovechando esa oportunidad para hacer un llamado a la comunidad internacional a unirse para maximizar la presión sobre Corea del Norte, a la que pretenden bloquear además todas sus relaciones bancarias internacionales.

El 8 de noviembre llegará a Beijing y realizará una serie de eventos comerciales y culturales, incluyendo reunión con el Presidente Xi Jinping y otros líderes chinos. Además de pedir la colaboración del gigante asiático en su política hacia Corea del Norte, se tratarán aspectos relacionados con la supuesta manipulación de los tipos de cambio de China, el “robo de tecnología” y los problemas en la ciber seguridad.  Es conocido que Trump desea lograr algún resultado en este terreno bajo el supuesto que el empleo de Estados Unidos se ha estado desplazando hacia China, y que el saldo comercial con ese país es muy negativo y desea mejorarlo; pero esto es un asunto muy escabroso que podría terminar en desastre.

El 11 de noviembre viajará a Hanói, Vietnam, y allí tendrá un encuentro oficial con el Presidente vietnamita Tran Dai Quang y otros líderes del país.  El tema de la colaboración de Estados Unidos con Vietnam en la esfera de la seguridad será tratado, en particular su cooperación para mantener “abierto y libre” los mares adyacentes objeto de disputa con China. Sin embargo, el enfoque estadounidense debe estar centrado en garantizar una creciente presencia militar de las fuerzas de Estados Unidos en la región.  Los intereses comerciales y de inversiones tendrán un perfil menor, pero pueden ser abordados en el plano bilateral, donde el Presidente Trump pondrá seguramente énfasis en la “reciprocidad comercial” y el llamado comercio justo. Para el Presidente de Estados Unidos es importante presentar resultados del viaje, aunque sean más mediáticos que reales, con la perspectiva de paliar la difícil situación en política interna, considerada por analistas como una crisis.

El último punto de la visita será el 13 de noviembre en Manila, Filipinas, para celebrar el 40 aniversario de las relaciones de Estados Unidos y la ASEAN.   Se espera una reunión bilateral con el Presidente Rodrigo Duterte y otros líderes de ese país, a pesar de haber existido manifestaciones críticas y tensiones por parte de Estados Unidos sobre la situación interna en ese país.   Es evidente que la diplomacia y analistas de seguridad de Estados Unidos han persuadido al Presidente Trump de la importancia de esta visita, donde tendrá otra oportunidad de intentar presentar una imagen como líder importante y responsable de sus actos en el contexto de la región Asia Pacifico.

Doctor en Ciencias Económicas y Profesor Titular del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana

[1] Walter Russel Mead, “The Jacksonian Tradition”, The National Interests, Winter, 1999, p.5

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