Aciertos y satisfacciones

La tercera edición de la Semana de la Moda en La Habana (SMH) concluyó ayer en el antiguo Almacén de la Madera y el Tabaco (AMT), en la Alameda de Paula, bajo el lema Artesanía e Identidad, con el fin de estimular entre los cubanos el buen vestir, en concordancia con nuestra cultura e idiosincrasia y sobre la base de diseños atractivos y funcionales, salvo algunas pocas excepciones, como es lógico en este tipo de encuentros.

El acogedor, ventilado e inmenso salón de los AMT, cuya construcción penetra —protegida por un sólido malecón—, las aguas de la bahía de La Habana, propició que la mayor parte del público asistente encontrara asiento para cómodamente disfrutar, en las noches del 25 al 29 de octubre, de los diseños de más de 70 artistas de Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Cienfuegos, Villa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Santiago de Cuba.

Auspiciado por la Asociación Cubana de Artesanos Artistas, el Fondo Cubano de Bienes Culturales, el Consejo Nacional de las Artes Plásticas y el Ministerio de Cultura, por la amplia pasarela instalada en el AMT se presentaron 46 desfiles, apoyados por excelentes diseños de luces y música —a cargo de La Rueda Producciones—, esta última concordante con cada una de las propuestas que no solo incluyeron piezas textiles, sino orfebrería y bisutería; amén de las presentaciones de vestuarios con carácter temático, tales como accesorios de playa, trajes de novia, vestidos de gala, atuendos para los infantes, entre otros.

Asimismo la SMH contó con la Tarde infantil, desfile colectivo realizado en la tarde del sábado, con música, danza y las colecciones de Ana Gloria Picart, Larisa Blanco, Fresko y Jacqueline Fumero, conducidos por la Compañía EntrePoses.

Mención aparte merecen los modelos escogidos, cuyas actuaciones se caracterizaron, en general, por una buena defensa de las prendas que exhibieron, aportándole al encuentro sobriedad y belleza, excepto el extraño performance introducido el sábado por los diseñadores Jorge Luis Cristo y Juan Carlos Jiménez, que si bien fue ejecutado con frescura y carisma por los jóvenes figurantes de la empresa Actuar, pudiera constituir un precedente, para los demás artistas expositores, que igualmente quisieran incluir en sus pasarelas tales “aportes”, que finalmente darían al traste con la elegancia de los programas de cada día, en tanto prolongarían, innecesariamente, el tiempo de presentación de cada colección. Fue un momento que nada tuvo que ver.

Deslumbrantes, como siempre, resultaron las colecciones de los maestros Mario Freixas, Mariela Alemán, ROX 950, Dámaso Crespo, Nachy y Geanfre Lazo, entre otros reconocidos artistas que ganaron palmas por sus originales y criollísimas propuestas, también ideadas en relación con el clima y la cultura insulares. Por otro lado, se produjeron varios debuts.

Entre estos se destacaron Elia Marta Salabarría Incienso (Triel), con sus admirables deshilados, algunos en cubanísimas guayaberas, ejercicio en el que se denota sencillez, paciencia y rescate de una tradición cuyo mayor esplendor sucedió en tiempos de la colonia en su ciudad natal, Trinidad; además de la atrayente colección de vestidos que bajo el título de Coralinas exhibió Isabel María Pérez Pérez, quien utilizó caracolas marinas como detalles decorativos y elementos de bisuterías para, de tal modo, crear un conjunto que alude al cálido mar que nos rodea.

Concluyó la SMH, con muchos aciertos y la satisfacción de haberle ofrecido al público espectáculos de calidad, diversidad y colorido, en tanto válidas sugerencias para vestir afines al modo de ver y de pensar nuestra caribeña cotidianeidad.