La nueva política hacia Cuba anunciada por el presidente norteamericano Donald Trump, el 16 de junio de 2017, implica una cierta involución con respecto a la de su antecesor, pero en realidad no significa un cambio sustancial respecto a las relaciones entre ambos países. La gran mayoría de los 22 acuerdos firmados sigue en pie, afirmó en La Habana el doctor Francisco López Segrera, del Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García.
En una de las comisiones del II Simposio Internacional Revolución Cubana: génesis y desarrollo, que finaliza este jueves, López Segrera hizo una amplia exposición de los principales aspectos que han caracterizado el itinerario del restablecimiento de los nexos con la poderosa nación.
Antes de terminar su mandato, comentó, Barack Obama podría haber avanzado mucho más en desregular las actuales prohibiciones propias del bloqueo, aun cuando el Congreso no haya aprobado su eliminación.
“Si no lo hizo, es debido a que su política hacia Cuba, su forma de concebir las relaciones, fue mediante un quid pro quo. Esta fórmula tal vez se vio reforzada en el marco de la coyuntura electoral, con el fin de atraer la mayor cantidad posible del voto cubano-americano”, analizó más adelante..
Al comienzo de su intervención, mencionó algunos avances que se habían logrado durante la administración de Obama en materia de negociaciones y acuerdos varios con empresas de líneas aéreas, cruceros, hospedaje y telecomunicaciones, medio ambiente, el sector de la salud y seguridad nacional, entre otras áreas.
En el evento con sede en el capitalino Palacio de Convenciones, López Segrera recordó que Trump, en su condición de presidente electo, hizo unas declaraciones muy despectivas al producirse la muerte de Fidel. al producirse la muerte del Comandante en Jefe Fidel Castro.
Explicó que el 16 de junio de este año, el presidente norteamericano pronunció su discurso en Miami yí firmó un «Memorando Presidencial de Seguridad Nacional sobre el Fortalecimiento de la Política de los Estados Unidos hacia Cuba» .
El documento disponía eliminar los intercambios educacionales «pueblo a pueblo» a título individual, una mayor fiscalización de los viajeros estadounidenses a Cuba, y la prohibición de las transacciones económicas, comerciales y financieras de compañías norteamericanas con empresas cubanas vinculadas con las Fuerzas Armadas Revolucionarias y los servicios de inteligencia y seguridad, con el fin de privar de ingresos a nuestro país.
Precisó que los cambios que propone Trump no desmantelan lo esencial del marco político puesto en vigor con las medidas de Obama. Siguen en vigor la gran mayoría de los acuerdos firmados previamente. Sin embargo, el carácter errático de su presidencia genera también incertidumbre acerca de cómo se irá desarrollando su política hacia la Mayor de las Antillas.
En su intervención, López Segrera concluyó que “el profesionalismo de la política exterior de Cuba, basada en principios claros y flexibles, contribuirá a evitar que se descarrilen las relaciones en la medida de lo posible, pero también es ahora más que nunca necesario una creatividad que, sin conceder en lo que a los principios respecta, no implique que actuemos en forma meramente reactiva. De muchas maneras podemos evitar que el impacto de estas nuevas medidas nos haga menos daño”.