Por Alexei Nápoles González y Gretel Díaz Montalvo
Laura lleva alrededor de un mes viviendo fuera de su casa. No le gusta. Pero lo entiende. Tiene solo 8 años y sabe que como un huracán pasó por su pueblo Palma City, en Esmeralda, y le tumbó parte de la casita donde vivían ella y su mamá, es que ahora convive con unas amistades.
“Ya falta poco”, me asegura. Y es que con materiales que llegaron para los damnificados se pudo restaurar el techo y una de las paredes que perdieron.
Laura está contenta. Pero, por extraño que parezca, la vuelta al hogar no es la razón de su alegría. Y es que sabe que está al comenzar “la actividad” y esta vez quiere “participar en el concurso de dibujo que hacen los muchachos que llegaron de Camagüey”.
Nobles intenciones
La zona norte de la provincia agramontina sufrió las peores consecuencias del huracán Irma. Por lo que cientos de personas se han trasladado hacia esos lugares para revertir los daños. “Y apoyar en lo que sea”, como aseguran muchos de los que cada día dan un granito de arena en esos lares. Entre esos nobles de corazón que dejaron atrás sus problemas para ayudar a quienes lo perdieron todo o casi todo se encuentran los muchachos de la Universidad de Camagüey (UC) Ignacio Agramonte Loynaz.
En saludo al 50 aniversario de fundada la Casa de Alto Estudios “y porque queremos ser protagonistas de tareas grandes en la provincia fue que nos lanzamos en esta misión”, asegura Yosvany García Núñez, secretario general del buró sindical en la institución eductiva.
“La premisa que nos guiaba era la de reparar cuanto antes las afectaciones dejadas por el huracán Irma en Playa Piloto o en otro lugar. Así fue como pensamos en formar una brigada de alrededor de 50 compañeros, entre trabajadores y estudiantes del centro donde hubieran representantes de varias ingenierías así como artistas aficionados. Pero eso sí, la idea siempre fue de quedarnos a dormir, por lo que nos llevamos casas de campaña” ,apuntó.
Y así lo hicieron. Y desde hace varias semanas poblados como Palma City, Puerto Piloto o La Gloria se han contagiado de juventud universitaria, la cual lo mismo levanta una casa, reparte comida, que canta, baila o hace magia. La emoción, se esparce y llega hasta “artistas locales” que también desean levantar el ánimo a los que todavía les faltan miles de gotas de sudor que derramar.
Pensaron además, en ayudar a las mascotas y animales de cría, por lo que alumnos y docentes de Veterinaria les llevaron vacunas y los atendieron; mientras que los futuros ingenieros eléctricos le “echaron un ojo” a los equipos electrodomésticos.
“Nuestros muchachos y el claustro que participa en esta noble encomienda han dado una respuesta muy favorable, propiciando con el arte y las habilidades profesionales que continúe alta la motivación de los pobladores por recuperar las estructuras destruidas”, expresa Santiago Lajes Choy, rector de la UC.
Los grupos se renovarán periódicamente, permitiendo que todo el que lo desee también aporte. Esperanza, alegría, vida es lo que llevan en la mochila y no piden nada a cambio.
“Son gente joven, entusiasta y este pueblo estaba muy triste, así que nos están ayudando a darle ánimo a la población pues al existir cierta demora en la entrada de los materiales los habitantes están disgustados. Los muchachos diariamente visitan los hogares para resolver las dificultades de los vecinos, en especial la de los ancianos que viven solos”, argumenta Elia Adam Pérez, delegada del Consejo Popular La Gloria-Puerto Piloto.
Para Omar Rodríguez Rodríguez de cuarto año de Licenciatura en Turismo, ha sido una prueba porque “hay mosquitos enormes y estamos lejos de la comodidad de la casa, pero eso no importa, lo fundamental es que estas personas necesitan de nuestra solidaridad. Por eso estamos aquí, sin descanso para levantar el alma también”.