Por: Leydis Luisa Hernández Mitjans
Indetenible era el galope de José Martí el 19 de mayo de 1895, hasta que una bala enemiga impactó en aquel cuerpo menudo, apagando la vida del más universal de los cubanos. Ese instante mortal, sublimando, -como afirmara el Historiador de La Habana Eusebio Leal- por la idea de que se entrega la vida por una causa justa, quedó inmortalizado en la escultura de la artista estadounidense Anna Hyatt.
La reproducción fiel, exacta y única de ese monumento ecuestre del Apóstol, cuyo original está hoy en El Parque Central de Nueva York, muy cerca de donde se encuentras los grandes libertadores de América, quedará oficialmente develada, en acto solemne, el 28 de enero de 2018, como homenaje al natalicio 165 del Héroe Nacional.
Desde el 3 de octubre de este año llegó a La Habana la réplica de la pieza esculpida por Hyatt y, no había un escenario más apropiado para ella que el Parque 13 de Marzo del Centro Histórico de la capital cubana.
“Este lugar tiene una alta significación: desde la terraza norte de Palacio donde Camilo Cienfuegos pronunció su histórico discurso, siguiendo a Máximo Gómez, el generalísimo que lo acompañó en la hora definitiva y mirando al mar, hacia ese país que conoció como pocos”, sentenció El Doctor Leal en Rueda de Prensa al dialogar sobre la ubicación del monumento.
El Historiador también reconoció la importante colaboración de Instituciones estadounidenses amigas de la Isla, de la emigración patriótica cubana y de diferentes personalidades, para que la estatua finalmente llegara a la tierra que fue siempre sagrada para Martí.
En tal sentido, Leal señaló con especial significación el apoyo brindado por el Museo del Bronx y la Alcaldía de Nueva York.
Más de 20 años le llevó a Eusebio Leal, a la Oficina del Historiador de La Habana y a todos los admiradores de Martí tener una pieza como esta en la Isla, cuyo emplazamiento adiciona una nueva imagen al conjunto de monumentos dedicados a Martí. “Nos complace anunciar que el esfuerzo de tantos años dio frutos”, aseveró enérgico ese hombre que no deja morir a la ciudad.
Casi al finalizar su diálogo, alguien quiso saber que representaba una escultura como ésta en los tiempos complejos que hoy se viven. El historiador, preciso como siempre, sentenció: “Reafirma que más allá de los extravíos, de las política erráticas, más allá de los que tratan de destruir los puentes, de destruir la comunicación, persiste entre las naciones y entre los hombres algo que Benito Juárez señalaba con intensidad: el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Su respuesta desencadenó una pequeña ovación.