Salen del cañaveral como las abejas de un panal, y buscan con agilidad la siguiente faena; el tiempo es oro para ellos: todo cuanto hagan con la máxima calidad es retribuido; eso les posibilitó poner bien en alto el nombre de la cooperativa y mejorar sustancialmente sus condiciones de vida y las de sus familias.
René Pérez Massola
A pesar de eso, no hay complacencia en la UBPC Vietnam, de Aguada de Pasajeros, en Cienfuegos, la mayor productora de caña del país, donde se efectuará el acto central por el Día del Trabajador Azucarero, el próximo 13 de octubre.
Sus integrantes niegan tener dificultades para realizar las labores, mas su presidente, Osmel Figueroa, admite que faltan cosas por perfeccionar. Allí imperan la planificación, la organización y el control, pero Osmel piensa que hay que seguir capacitando a los hombres para explotar las nuevas tecnologías y mitigar los efectos de fenómenos naturales como las sequías y los huracanes, que dañan los rendimientos de la caña, y del resto de los cultivos y el ganado con que cuentan dada la diversificación de la UBPC.
En la Vietnam, como en sus homólogas, se trabaja por la recuperación cañera, fuente esencial para aumentar la producción de azúcar y de sus derivados, los cuales tanto demanda la economía del país. “La mejor inversión que tenemos es la siembra de caña.
Hay que hacerla perfecta para rescatar los rendimientos de más de 82 toneladas por hectárea, que cayeron un poco a causa de la intensa sequía y la rotura de un sistema de riego por goteo (135 hectáreas).
“Eso está en nuestro quehacer diario, disponemos de los recursos, la maquinaria, la política varietal y la fuerza de trabajo. Todas las plantaciones se hacen con el sistema de base ancha, que aumenta la población y por tanto el rendimiento”, aseguró el presidente de la UBPC. Osmel y Omelio Reloba, secretario general de la sección sindical, coinciden en que lo mejor de la cooperativa son sus trabajadores, que tienen sentido de pertenencia y motivaciones.
Así lo confirmó Dariel Piñeiro, quien con 26 años y cinco de permanencia en el colectivo, prefiere cortar caña entre las diversas labores, y manifestó que durante la siembra: derriban, cargan, plantan y la retapan detrás del tractor, reciben el pago más alto: alrededor de 100 pesos diarios como promedio.
Dariel vive en Aguada de Pasajeros, viaja cada día de madrugada hasta la UBPC y “cuando la guagua no sale a su hora vengo en ‘botella’ o en bicicleta, pero tengo que estar en el campo al tiempo que comienza la jornada, con eso no hay arreglo”.
Saliendo del cañaveral es casi imposible reconocerlos, muchos de ellos tapados con pañuelos o trapos, mas a tanta insistencia, los integrantes de la brigada integral que fumigaba manualmente las plantas, detuvieron por instantes las faenas; afloraron rostros muy jóvenes (28 años es el promedio de edad en la UBPC), de hombres que se ocupan con alegría en medio de la adversidad: el fango y el agua atascan sus botas de goma y la elevada temperatura les hace sudar todo el cuerpo.
En la Vietnam hay equilibro financiero, y eso les permitió ingresar al cierre del último balance económico casi 15 millones de pesos, que se repartieron entre gastos, salarios y la cuenta social, que los saca de apuros en caso de alguna contingencia.
El costo por peso fue de 56 centavos y varios trabajadores devengaron salarios anuales superiores a los 40 mil pesos. Mediante un sistema emulativo se eligen los trabajadores más destacados por área, y se les otorgan estímulos morales y materiales; ese mecanismo sistemático es otra fuente de inspiración en un colectivo que es Vanguardia Nacional durante los últimos seis años y ostenta el premio Álvaro Reynoso por la excelencia técnica.
Con esta UBPC los pobladores de Real Campiña son afortunados; el regocijo se contagia por doquier, y la fuerza de vida se irradia desde los jóvenes hasta los “mayorcitos” y hasta hace crecer las cañas con su propio vigor.
