Tras el candente conflicto originado por el referendo independentista del Kurdistán iraquí —que involucra a Turquía, Siria e Irán— han crecido las evidencias de que el Gobierno de Estados Unidos es uno de sus protagonistas, y de que pretende con ello iniciar una nueva guerra contra Damasco, recurriendo esta vez al uso de combatientes kurdos.
Informaciones del Süddeustche Zeitung revelaron que desde el cuartel general de la fuerza aérea estadounidense en Europa, con sede en Ramstein, Alemania, se realizó un sustancioso envío de armas a los “rebeldes” sirios.
Según el diario alemán, el armamento —principalmente fusiles de asalto Kalachnikov, morteros y municiones fabricados en la antigua Unión Soviética— fue transferido del arsenal de la marina de guerra de Estados Unidos en Crane, Indiana, al de las tropas terrestres de EE. UU. en Miesau, Alemania.
El mañoso traslado del arsenal, que ya no pertenecía a la Federación Rusa, tiene los visos de ser una operación oculta de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Pentágono.
Según analistas políticos, este tráfico ilegal es la continuación de la Operación Timber Sycamore —concebida por el general David Petraeus en sus tiempos de director de la CIA— iniciada en el 2013, mucho antes del Estado Islámico (Daesh) y de la también organización terrorista Al-Nusra, desprendimiento de Al Qaeda.
El papel desempeñado por la base aérea de Ramstein fue revelado en diciembre del 2015 por el diario serbio Vecernje Novosti, pero solo en los días previos a las elecciones federales alemanas —que tuvieron lugar la pasada semana— el Süddeustche Zeitung abordó el aspecto jurídico de la denuncia.
Otras revelaciones del espinoso asunto indican que el mando de las operaciones estadounidenses pidió a cuatro empresas contratistas que no declararan la naturaleza de los cargamentos que transportaban, a sabiendas de que el Gobierno alemán podría oponerse a la implementación de ese tráfico en su territorio.
Por su parte, la Fiscalía General de Alemania abrió una investigación preliminar para determinar si el Pentágono y el Gobierno de la Canciller, Angela Merkel, irrespetaron o no la legislación, que en ese Estado prohíbe el traspaso de armas a países en guerra.
Merkel, según señalan otros medios de prensa, autorizó anteriormente el envío a Arabia Saudita, y se especula que es poco probable que el Gobierno ignorara que los destinatarios finales del armamento eran los yihadistas que operan contra Siria.
Aunque el ejército sirio, con la asistencia militar de Rusia y las milicias libanesas del Hezbollah, han tenido notables victorias militares contra el EI y Al-Nusra, Washington se empecina en darle continuidad a una guerra de agresión que desde el año 2011 ha cobrado más de 500 mil muertes, millares de heridos, casi 2 millones de refugiados y una enorme devastación material.
Para la consecución de sus planes y derrocar al presidente Bashar Al Assad, EE. UU. destina ahora 500 millones de dólares para comprar armas, subversivo empeño donde le acompaña su fiel aliado, el Estado de Israel.
Ambos Gobiernos parecen olvidar que las primaveras árabes con que inauguraron sus acciones injerencistas en la región resultaron un fracaso; y que otros protagonistas como Rusia, Irán y Hezbollah, junto al pueblo sirio, se han revelado como un bastión infranqueable para evitar que el Oriente Medio se convierta en una extensión del poder y las ambiciones imperialistassionistas.