Desde que a finales de los 80 la recién graduada, con sus oídos que querían aprenderlo todo y aquellos ojos trigueños que soñaban retratar el mundo, llegó al piso ocho del Instituto Cubano de Radio y Televisión, Radio Reloj marcó la hora diferente. No se trató de un nuevo ritmo en las manecillas u otra forma de dar las informaciones, pero la emisora supo del talento, la constancia y el carisma de Omayda Alonso, una muchacha que años después sería su directora durante más de una década.
«Por azar de la vida fui ubicada allí y ha sido lo más lindo que me ha sucedido en mi vida profesional. Crecí y aprendí junto a muchos profesores del periodismo; he disfrutado cada cobertura, cada noticia, y en especial el enjambre que se crea en la redacción central cuando llega la voz de ¡Atención, Radio Reloj reportando!», contó en una entrevista.
Por eso hoy, cuando dicen que ya no se le verá más por los pasillos ni mostrando cómo hacer, o «conspirando» para una buena causa, la mujer valiente que luchó cientos de días contra el cáncer, sabe, desde donde está, que no habrá ausencia, porque supo echar raíces y sembrarse en las almas, en quienes acompañaron su apasionamiento infinito tras el tic-tac de su sueño.
Treinta años de su vida le dedicó a esa otra casa que fue para ella Reloj, donde amplió sus horizontes de reportera exigente, receptiva y sagaz. «Un buen periodista indaga, vibra y siente la noticia; no pierde un segundo para ubicarla en el boletín y transmitirla, y eso es inmediatez», decía.
Sus colegas hoy inundan las redes sociales con sus fotos, su risa segura, sus palabras, y lo que nunca perderán aún después del final… «tus enseñanzas transmitidas a ráfagas, porque sabías que tu lucha era contra el tiempo, y nosotros inocentes viéndote hasta el último aliento, optimista, valiente, fuerte, alegre…
«Se nos fue nuestra guerrera, nuestra líder, pero nos dejó su ejemplo. Se nos fue nuestra guía, pero nos trazó el camino. Se nos fue nuestra amiga y consejera, pero nos dejó un invaluable ejemplo de vida, de resistencia y responsabilidad», escribió en Facebook la periodista Idania Legrá.
Omayda solo tenía 52 años cuando se marchó, demasiado poco tiempo, y otra vez Radio Reloj marcó la hora diferente. Sus familiares, compañeros, los que la escuchaban, y muchos de los jóvenes que guiaba en ese sendero maravilloso del periodismo estuvieron allí, donde velaron su cuerpo mientras ella andaba entre todos; y renacía en las anécdotas que no dejarán morir aquellos ojos trigueños que soñaban retratar el mundo.
la foto se la hice yo en diciembre del 2010, era una de sus preferidas,y porqué estaba tan feliz ese día tiene una historia detrás que tiene que ver con algo que sucedió en Radio Reloj unos días antes.