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Los buzos y la termoeléctrica Guiteras

Mucha fe hay depositada en el trabajo de estos buzos. Foto: Noryis
Mucha fe hay depositada en el trabajo de estos buzos. Foto: Noryis

Un grupo de seis buzos asume por estos días una de las más importantes labores recuperativas en la matancera termoeléctrica Antonio Guiteras, el bloque unitario de mayor tamaño en Cuba, apagado desde 9 de septiembre, cuando el huracán Irma dio vueltas y vueltas hasta hallar su interruptor  y dejarlo sin luz.

Volver a encender la planta líder de la eficiencia en el país, es la que menos combustible emplea para producir electricidad, supone limpiar todo lo que entorpece llegar a los equipos, revisarlos,  diagnosticarlos.

La tarea de los buzos, sin embargo, ha creado muchas expectativas. “Quizás porque nadie se imaginó que nos llamaran para un trabajo en la termoeléctrica, pero tenemos experiencia. Algunos estuvieron aquí después del huracán  Michelle  (noviembre del 2001”, confiesa Andy Díaz Fernández, el más bajito de todos, el más alto en jerarquía.

Al jefe del equipo  perteneciente a la Empresa  Constructora de Obras Marítimas de La Habana toca la misión de dirigir la desobstrucción del canal de entrada, compuesto por  cuatro conductos que trasladan agua de la bahía de Matanzas hacia la piscina de tranquilización, aledaña a la casa de bombas de circulación agua de mar, justo el objeto que mayor afectación sufrió en la Guiteras.

Ese edificio fue aplastado por potentes rompeolas,  bloques que superan las 15 toneladas, algunos  fragmentos de los cuales y parte del techo se estima puedan estar en el canal del entrada o cerca de él, material que tocará sacar a los buzos, auxiliados por una  patana y la grúa, con la que izarán las piezas que ellos vayan amarrando o colocando en unos envases.

“Lo primero que hicimos fue inspeccionar el lugar. Sabemos que tres de esos conductos están completamente cerrados y otro casi lo está. Tenemos que sacar todo ese material de allí”, asegura el joven buzo.

Explica que lo preocupante no es solo lo acumulado  allá abajo por el derrumbe, sino también otras cosas que pueden estar  en el fondo marino, arrastradas por las intensas olas.

“Ayer jueves se sacaron unas piedras bien pesadas, y se despejó algo el lugar, pero queda aún mucho trabajo. Lo mejor es el ánimo de todo el equipo para emprender con calidad la parte que nos toca”, afirmó.

Hombres al mar

Deseosos de lanzarse al mar, apenas les alcanza el tiempo para una pequeña reunión.  Denis Díaz Delgado y Rafael Manuel Alfaro hablan lo poco y necesario, el segundo sujeta la cámara. Un vídeo acuático  facilitará las cosas, me dice Erick Ramos.

Humberto Valdés Ramírez es el primer buzo en lanzarse al mar. Foto: Noryis

 

Luego de echar sus equipos, se lanza ligero. Foto: Noryis

 

Con el auxilio de esta patana y la grúa han podido izar las piedras en primer plano. Foto: Noryis

 

Canal de entrada. Debajo los cuatros conductos que los buzos deben desobstruir. Foto: Noryis

“Vamos a meterle”, grita Humberto Valdés Ramírez y todos, menos Andy,  van camino al mar, en medio de un sol y un calor que también a mí  casi me lanza a esas aguas, ahora mansas y de las que no hay

que fiarse, advierte Carlos Alberto Castelo.

“Todavía está muy turbia, mira allí, mira que sucia”, y comienzan a zambullirse, uno a uno. En ellos hay mucha fe depositada. Es viernes 16 de septiembre. Empieza así otra  jornada con tantos misterios como los que esconde el mar.

El día avanza y los ojos siguen ahí, en la patana, los buzos, en una Guiteras que poco a poco muchos brazos van rescatando  de lo hondo, un boca a boca que la salva. La Guiteras respira,  ya nada podrá ahogarla. Hay mucho amor allí.

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