Budapest.— Con el triunfo esperado de Japón en el torneo mixto por equipos y un hermoso cierre organizativo, la XXXV edición del Campeonato Mundial de Judo dijo adiós aquí y en el caso de Cuba una solitaria medalla de bronce y ningún otro judoca entre los siete primeros significaron shidos tempranos en el inicio del actual ciclo olímpico.
Las penalizaciones o amonestaciones recibidas por nuestras selecciones en la capital húngara comienzan por entender los cambios de este deporte como favorables a lo técnico y no a la fuerza; al tiempo que los días de gloria y múltiples premios internacionales serán muy difíciles de regresar si no se devuelven giras, topes y enfrentamientos con asiáticos y europeos, donde descansa lo más selecto de esta disciplina.
De los puntos agradables, más allá del tercer lugar de Kaliema Antomarchi, hay que reconocer el empuje y la calidad de Melissa Hurtado (48 kg) —víctima de la inexperiencia en su segunda salida tras derrotar a una bronce olímpica y mundial—; la estabilidad y confianza de Iván Silva en su nueva división (90 kg); y la progresión evidente de Andy Granda (100 kg) y Alex García (100 kg).
Sin embargo, la traducción de esas fortalezas en podios es harina de otro costal, como tampoco debemos dejar de reconocer que Maylín del Toro (63 kg) y Asley González (90 kg) rindieron por debajo de su calidad por causas diferentes: falta de concentración y resentimiento de una lesión en su rodilla, respectivamente.
Magdiel Estrada (73 kg) volvió a tener un Mundial entre los 16 mejores —fue el único de los varones que ganó tres peleas: dos en lo individual y una por equipos—, pero sigue sin dar el salto que tanto se espera; mientras el resto de nuestra tropa cumplió en buena medida con lo que tenían pronosticado, pues la exigencia en sus divisiones: Yandry Torres (60 kg), Osniel Solís (66 kg), Jorge Martínez (81 kg), Anailys Dorvigny (57 kg), y Elianis Aguilar (+78 kg), eran demasiado altas para sus cualidades técnicas.
Faltaron figuras entre las damas (por razones personales bien respetables) que perfectamente pudieran haber sido medallistas o no: Dayaris Mestre, Idalis Ortiz, Onix Cortés y hasta Yanet Bermoy, todas con palmarés para ello. Pero lo real es que ni siquiera con ellas y con alguna que otra variación en los hombres es seguro que podamos ganar este deporte en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Barranquilla 2018.
Ciertos datos arrojan realidades y preocupaciones. De los 34 combates celebrados, el balance de victorias y derrotas fue idéntico (17, sumando lo sucedido en el por equipos), la efectividad en reglas de oro fue buena: 11 éxitos en 14 discusiones; mientras el trabajo en Ne-Waza estuvo nulo en nuestras formaciones, debilidad arrastrada desde hace años.
Se despidió un Mundial en que América Latina ubicó a Brasil, Puerto Rico y Colombia por delante de Cuba. Aviso temprano para un colectivo de entrenadores y deportistas que aún puede retomar la senda del triunfo sin estridencias ni libretazos. Solo con judo.