Hacer reír resulta un ejercicio de suma seriedad. Es preciso tener talento y originalidad para alegrar a quienes esperan, con ojos críticos, pasar un rato agradable. ¿Quién sabe si esa sonrisa es la clave para cambiar un día triste y volver a casa con un aire distinto? Aún más desafiante es divertir y complacer a los niños, uno de los públicos más exigentes, por la sinceridad y la franqueza en las expresiones de sus rostros. Los pequeños no mienten cuando algo no los llena de felicidad. Ante tales retos se sitúan los payasos, una profesión subestimada por los que ignoran los retos que afrontan estos actores para lograr el contento de los infantes.
Tienen mucho de decoro aquellas personas que truecan su identidad, se disfrazan y esconden en colores, pintorescas ropas, cambian su voz y se convierten en personajes, tan reales como las quimeras de un pequeño. Entre ellos se encuentran los payasos Barquillo (Juan Miguel Rodríguez Rabasa) y Bombón (Ariel Martínez Ruiz), pertenecientes a la Empresa Artística Adolfo Guzmán, quienes desde hace 18 años realizan una peña los fines de semana en el Zoológico de 26, a partir de la 1:00 p.m., un lugar donde cabe toda la dicha del mundo.
Improvisamos sobre la marcha
“Los protagonistas de nuestros espectáculos son los niños, ellos crean, hacen y deciden el rumbo de la función, es el secreto de nuestro éxito. Nunca repetimos la misma actividad, cada función es distinta, improvisamos sobre la marcha. Es realmente excitante la magia de cada instante”, expresó Martínez Ruiz.
Me considero un niño más —puntualizó Rodríguez Rabasa, director de la agrupación fundada en 1999— quien comentó sobre sus próximas presentaciones. “Tenemos otra peña durante el verano en el círculo social Marcelo Salado; además, queremos hacer una gira por varias provincias”.
Otro de los desafíos que enfrentan día a día es el de desdoblarse y convertirse en un trabajador común. Se despojan de sus atuendos y asumen un compromiso social totalmente diferente. Ambos trabajan en el sector de la aviación. Ariel es representante del Centro de Información y Planificación de Vuelos, y ocupa el cargo de “chaqueta verde” (encargado de atender las inquietudes de los pasajeros), de la Empresa Cubana de Aeropuertos y Servicios (Ecasa); mientras Juan Miguel labora en la Empresa de Servicios de Protección de la Aviación Civil (Espac), en el Aeropuerto Internacional José Martí.
“En ocasiones es tanto el exceso de tareas que no tenemos tiempo para ensayar; sin embargo, no estamos sujetos a ningún guion, actuamos a petición y en dependencia del público. Solo planificamos el inicio y el cierre de las actividades, nada más”, precisó Juan Miguel.
En el año 2010, otro integrante llegó a la compañía, Vladimir Rodríguez (también con dualidad de empleos) para hacer de las suyas en el escenario junto a sus compañeros. Él les da vida a dos muñecos a escala humana: Pluto y Mickey Mouse. “Fue algo nuevo para mí la animación, es cierto, llevo un gran disfraz y no me conocen, pero da gusto cuando los pequeños ríen con mis travesuras. La he pasado genial en estos siete años”.
Los tres artistas escénicos son capaces de entretener, con sus bromas, ironías y juegos, a personas de cualquier edad. “Los padres se divierten a la par de sus hijos, es increíble cómo pasan los años y nos recuerdan como los carismáticos payasos Barquillo y Bombón, eso dice mucho de lo que hemos estado. En una hora, duración estimada del programa, el auditorio no se aburre y para nosotros no existe mayor satisfacción”, manifestó Rodríguez Rabasa.
Barquillo y Bombón realizan una extensa labor comunitaria, llevan su arte a hospitales, centros escolares y de niños sin amparo familiar, entre otras instituciones. Su más reciente y aplaudida presentación devino agradecido regalo para los infantes que asistieron al espectáculo Los niños y el Festival de la Juventud, recientemente efectuado en el Museo Palacio de los Torcedores, en Centro Habana, en ocasión del aniversario 91 del natalicio del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Una frase de Bombón resume la entrega y el compromiso de su trabajo: “Nunca quisiéramos perder la confianza que los más pequeños han depositado en nosotros”; en tanto Barquillo apuntó que “el mejor premio que recibimos es la sonrisa de quienes, como dijo Martí, son los que saben querer”.