Baracoa fuera distinta sin sus hermosas plantaciones de cacao, de coco, sin sus inmensos bosques. El verdor de las montañas, la humedad de los suelos y hasta el agua que fluye por los manantiales serían diferentes. Baracoa es única e inigualable, y el componente esencial que la hace así son sus paisajes.
El huracán Matthew (octubre del 2016) se encaprichó con este prodigio de la naturaleza, devastó casi la totalidad de los cocoteros, los cacaoteros y los grandes árboles, sembró un desafío para quienes en esta geografía del extremo oriental del país “viven” de las pariciones de ambas especies, y para todo ese pueblo que se ha sumado al rescate de las plantaciones.
Una recuperación que tampoco hubiera sido posible sin la participación de los científicos y los productores, que en alianza estratégica forjan nuevas plantaciones o restañaron las afectadas para devolver al entorno variedades más productivas y menos proclives al daño de plagas y enfermedades. Ahí está hoy la clave de la agricultura en Baracoa.
Ciencia en cada planta
“Sin los productores no hacemos ciencia; la experimentación y la generalización de los resultados de las investigaciones se llevan a las fincas; les damos asistencia técnica, capacitación, suministramos variedades mejoradas y validamos las tecnologías y equipos que introducen para las plantaciones y las cosechas”.
Así lo confirmó el ingeniero Pablo Clapé Borges, investigador agregado de la Estación Experimental Agroforestal de Baracoa, quien labora en un proyecto para el rescate y conservación de plantas élites de cacao criollo, que tiene por objetivo perfeccionar genéticamente el que se produce en la actualidad, exaltando sus cualidades organolépticas: aroma y sabor.
“Hemos rescatado 52 plantas de la mencionada variedad, desde la finca Mi Cuba, en Cabaiguán, Sancti Spíritus (zona por donde se introdujo el cacao en Cuba, allá por 1540) hasta Baracoa. Hicimos una prospección: todas las bellotas con el cotiledón o grano blanco es criollo. Y existe un banco de germoplasma que cuenta con 256 individuos; sobre ellos emprendemos los cruzamientos”.
Según el MSc. Minael González León, director de la Estación Experimental Agroforestal de Baracoa, tienen la misión de proveer de conocimientos científicos y tecnológicos a la base donde se encuentra enclavada la cadena productiva del café, cacao, coco y la forestal.
“Los 23 técnicos y 10 investigadores están directamente vinculados a las necesidades siempre crecientes de las cooperativas y la empresa estatal, donde desarrollamos 18 proyectos. El coco llegó hace poco a la estación, pues antes se atendía desde el Instituto de Frutales. Estamos montando la siembra de una pequeña parcela para tener algo representativo y se plantará esta especie en más de mil hectáreas (ha).
“Se siembran plantas de porte bajo y otras altas para que haya una composición varietal y se enfermen menos. Lo importante es rescatar los sembrados con las experiencias tradicionales, pero también con los resultados científicos para obtener buenos rendimientos a corto plazo.
“Esta labor está respaldada por un proyecto de más de 18 millones de pesos para el fortalecimiento de la cadena productiva, que tiene aparejado el rescate de las industrias, esencialmente la del coco y obtener aceites comestibles e industriales; vinagre, dulces; fibra para hacer colchones, tapicería de muebles y de autos, así como carbón activado a partir de su concha”, dijo Minael.
Para el cacao, informó, cuentan con siete fincas de semilla híbrida genéticamente mejorada para garantizar la siembra desde el centro al oriente del país, que comienza con una hectárea en cada uno de los municipios de Cumanayagua, Fomento y Trinidad. Luego de valorar los resultados estarán en condiciones o no de recomendar la extensión de su cultivo a otras zonas.
Volver o superar producciones históricas
Cuando Baracoa rescate las áreas dedicadas al cacao y al coco, y tenga la cobertura boscosa necesaria para sombrear esas plantas, multiplicará y diversificará las producciones, afirmó Alexis Toirac Perera, director de la Empresa Agroforestal y de Coco del territorio.
Ya se han recuperado 3 mil de las 30 mil hectáreas cubiertas de árboles que devastó el huracán; se extrae la madera y se acometen acciones de reforestación, agregó Toirac, y comentó que los bosques de ese municipio son difíciles de trabajar por las elevadas pendientes del terreno, pero este programa marchará a la par del rescate y plantaciones de coco y de cacao.
Sobre este último cultivo habla con una mezcla de pena y esperanza. “Antes del paso del huracán estábamos rompiendo récord con cosechas de mil 500 y mil 600 toneladas anuales, pero la producción tocó fondo porque se afectaron las 3 mil 600 ha que estaban plantadas; ya tenemos 2 mil 253 con las plantas podadas, organizadas, y se les aplica la agrotecnia por lo que hemos calculado que este año vamos a lograr el 30 % de la producción; el 70 % el próximo y dentro de un trienio estar a plena capacidad. Igualmente vamos a acelerar los ritmos de plantaciones.
“El coco fue diferente. Había un programa de desarrollo, pero las 6 mil 400 ha sembradas tenían plantas muy viejas, la mayoría con más de 100 años, bajos rendimientos, con un deterioro muy grande del suelo y en lugares altos de la montaña; por eso, al paso de Matthew solo quedaron 120 hectáreas.
“Se determinó sembrar el coco con objetivo mecanizable por debajo de los 20 grados de inclinación de la pendiente, para evitar las vulnerabilidades y porque la fuerza campesina que lo atiende tiene edad avanzada. El coco pare a los cinco años y vamos a sembrar 4 mil 280 ha en suelos buenos.
“La mecanización consiste en buscar un equipo que pueda abrir los hoyos de 60 x 60 centímetros, ya que una hectárea lleva 180 plantas, para fumigarlas y desmocharlas desde un camión que contenga un aditamento que pueda subir un hombre allá arriba, al estilo de los eléctricos.
“Afortunadamente nos dimos a la tarea de recoger toda la semilla que había en Baracoa; se pusieron en viveros, se lograron y se han sembrado mil 200 ha; en el 2019 cubriremos el total de coco que sea posible en el municipio, y luego vamos a producir cuatro veces más, porque será con plantaciones nuevas, con fertilizantes y mecanización.
“Estamos importando una moderna fábrica de aceite de coco (la tecnología era muy antigua), que puede sacar tres refinaciones y extender su uso en Cuba; vamos a envasar agua de coco y de ella hacer también vinagres, y existe la posibilidad de obtener leche. La fábrica de carbón activado está trabajando en mejores condiciones después de su salvación, y entran 17 tractores nuevos para las actividades agroforestales”.
Una combinación de factores, a lo que se suma el aumento sostenido del precio del cacao y del coco, van retornando al paisaje; es poco a poco, pasito a pasito, pero sobre bases científicas y tradiciones que no dejarán morir el esplendor, el siempre verde de Baracoa.